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FÁBULAS EN ALTA VOZ

Novedad en patrones de crianza

Recuerdo con nostalgia las reprimendas de mis padres cuando era apenas una niña. Estas subían de tono conforme llegaba la adolescencia y, ya convertida en una joven adulta, las cosas se ponían más difíciles. No porque fuera traviesa ni nada por el estilo, sino porque esa era la forma que hasta hace poco utilizaban los progenitores para criar. Hoy los papeles se han cambiado. Ya no es llevar a los hijos a que ‘suban’ a entender a los adultos; son los adultos quienes debemos ‘bajar’ a comprender a los hijos. Es innegable. Los patrones de crianza también han sido afectados positiva o negativamente por la globalización del mundo, y quien no lo entienda así podría fracasar en la búsqueda de un modelo que ya no existe. Con esta idea clara me fui a una ciudad fabulosa donde los padres ya han sido orientados respecto a las novedades que imponen los tiempos. Aunque allí no se golpeaba a los infantes, sí existía una práctica fuerte y autoritaria para educar a los hijos. Hoy en día, sin embargo, la crianza está basada en la comunicación, comprensión, equidad y el respeto, valores que han arrojado los mejores resultados tanto para la familia como para la sociedad. Ese método autoritario ha sido cambiado por uno de amor, pero sin dejar de lado la orientación y la confianza que hay que depositar en los hijos para evitar sorpresas desagradables en su comportamiento. En esa ciudad fabulosa vi a muchos padres que, como yo, tienen claro que cuando se tiene hijos hay que mantener la boca callada, porque lo que usted ve en el mío, otros lo ven en el suyo. Es que sencillamente, el cuento nuestro siempre lo hace otro. No como sucede en la realidad de República Dominicana, donde a veces concentramos tanto nuestras energías en hablar mal de los hijos de los demás que nos olvidamos de que tenemos los propios, y que, de igual manera, otras personas los están ‘acabando’ por la espalda. Nadie tiene el hijo perfecto, ninguno es madre o padre perfecto, y nadie vive en la sociedad perfecta y, por lo tanto, es tiempo de entender que somos personas que nos equivocamos, y que cometemos errores que solo con el apoyo de la familia, podemos resarcir, y comenzar una vida nueva. Orientemos a nuestros jóvenes sobre los riesgos que representan sus errores, pero si los cometen, brindémosles nuestro hombro para que no encuentren en la calle una forma ‘fácil’ de salir del problema, como lo hizo Estefany Báez, la joven de 17 años, embarazada, que se tiró del elevado de la 27 de Febrero.

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