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MEMORIAS DE VIAJES

Oporto bajo la lluvia

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CARMENCHU BRUSÍLOFFSanto Domingo

Con un pequeño y sencillo paraguas, y calzada con los clásicos “walking shoes”, camino bajo la lluvia por las mojadas aceras de Oporto, a la altura del Mercado Ferreira Borges, ubicado a un nivel superior del jardín do infante Don Henrique. De llamativo color rojo y levantado en 1888 por la Compañía AlianÁa, con columnas y vigas de hierro colado, su objetivo era sustituir el antiguo mercado do Ribeira. Jamás llenó tal función. Cuenta con cafeterías, salas de cine, etcétera, pero está cerrado para ver qué otros locales tiene. Su función es predominantemente cultural, y son exposiciones lo que anuncian en algún muro exterior. Desde esta plaza portuguesa contemplo su fachada. Pese al agua que ha amortiguado el esplendor de su tono, me resulta fascinante. Prosigo mi andadura mirando constantemente hacia abajo. No quisiera meter los pies en un charco. Confío en que escampe pronto. Echo un vistazo al entorno, a ver donde puedo adentrarme. Hacia un lado el edificio del Instituto do Vinho do Porto. Anuncian en paneles adosados “Wine tasting room, free entrance” (Salón para degustación de vino, entrada libre). A esta hora, no están abiertos. A su lado, un portal muy interesante con tres puertas imponentes en hierro forjado. Frente al jardín del infante está el Palacio de la Bolsa, hacia el cual me dirijo, en parte para refugiarme de la lluvia. Sacudo de agua el paraguas para no mojar el suelo del vestíbulo, donde al entrar, a mano derecha hay un banco de madera con espaldar en hierro forjado. Aquí me siento, para decidir si pago siete euros para visitar el magnífico interior, donde destacan el lujoso Salón Árabe y el Pátio das NaÁˆes, o simplemente me limito a mirar sentada esta zona: arcos de medio punto y columnas de piedra vista. Tras un descanso de varios minutos, en los cuales nadie me hace pregunta alguna, en este bello palacio construido en 1842 según las tendencias del siglo XIX (estilo británico y neopalladiano), y que aloja la sede de la Asociación Comercial de Oporto, decido proseguir mi ruta. Al salir, el cielo sigue de un gris plomizo y la lluvia tiene visos de querer arreciar. Me voy hacia la iglesia aledaña: San Francisco.

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