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TRIBUNA ABIERTA

Judas

La última cena en el aposento alto fue un evento muy triste. Jesús revela la traición de su discípulo Judas. Posteriormente, vive otra escena penosa, cuando ese discípulo le planta el beso de la traición sobre su rostro bendito. Esa era la señal convenida para que los adversarios prendieran a Jesús. De allí la locución “un beso de Judas” para significar una acción hipócrita.

El misterio de Judas es, según dice Papini, el único misterio humano que se encuentra en los Evangelios. Se comprende fácilmente lo demoníaco de los Herodes, el rencor envidioso de los fariseos, la cólera vengativa de Anás y de Caifás, la cobarde condescendencia de Pilatos. Pero no se comprende tan obviamente la abominación de Judas.

Numerosas razones se han señalado para explicar la infame venta. Unos justifican la traición diciendo que el Iscariote era ladrón y le interesaba la plata.

Otros inventaron la fábula de que Judas, instrumento necesario y voluntario, aceptó con dolor el eterno estigma para que todo se cumpliese; fue, por tanto, héroe y mártir, digno de ser venerado y no maldecido.

Según otros, Judas se dio cuenta, por las conversaciones de Jesús, que este no era el Mesías esperado y entonces, desengañado, lo entregó a sus enemigos.

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