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LA VISIÓN DEL CANCILLER

Los lineamientos diplomáticos de Danilo

Doce meses al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores me han convencido de la pertinencia de políticas públicas dirigidas a lograr el reconocimiento del país en un mundo cambiante; a identificar claramente nuestros objetivos geopolíticos; a adelantar nuestros intereses y a contribuir de manera decidida al mantenimiento de la paz en nuestra región.

Son esos, precisamente, los lineamientos trazados por el presidente Danilo Medina, en cuya ejecución hemos trabajado con denuedo junto a un equipo de profesionales versados en el arte de la diplomacia y áreas del comercio, la inversión, la cooperación y la tecnología, objetivos también fundamentales de nuestra política exterior.

Ha sido un largo recorrido, sin pausas excepto para reflexionar, acometer nuevas tareas o simplemente adaptar decisiones, ya en ejecución, al nuevo ambiente creado por la dinámica de los acontecimientos.

Con aproximadamente dos millones de dominicanos viviendo en el exterior, es obvio que la diáspora haya estado en el centro de nuestra atención.

Estamos empeñados en una revisión a fondo de los servicios consulares, instaurando un seguro de fácil acceso para la protección de los más necesitados en caso de muerte, agilizando considerablemente los trámites de renovación, cambio y expedición de documentos y, en sentido general, acercando las embajadas y los consulados a los dominicanos en el extranjero.

Hemos suscrito acuerdos de supresión de visados para los ciudadanos dominicanos con Perú, Paraguay, Guatemala, El Salvador, Honduras, y otros en proceso, países cuyos nacionales al momento de la firma ya podían ingresar a nuestro territorio sin el requisito de la visa.

Estos convenios elevan la categoría de nuestro pasaporte de acuerdo a los estándares internacionales y fortalecen nuestras relaciones estratégicas, estableciendo un marco legal que estimula la apertura de las fronteras económicas y comerciales, lo que sin lugar a dudas, representa una oportunidad para incentivar el turismo, el comercio, la exportación y las inversiones, y por ende, impulsar el desarrollo nacional.

Desde mi primer día como Canciller, las relaciones con Haití han ocupado un espacio significativo de la agenda.

Más allá de los aspectos meramente migratorios que parecen copar el espacio de intercambio, nos hemos centrado en cimentar la confianza mutua, abrir un diálogo fluido y allanar los obstáculos al comercio.

Conscientes del desbalance en el desarrollo relativo de ambos países, hemos buscado fórmulas eficaces de cooperación y obtención de recursos internacionales para la ejecución de proyectos de importancia para ambas sociedades.

La idea del presidente Medina, compartida plenamente por mí, ha sido sepultar los problemas del pasado para dar paso a una vinculación inspirada por la solidaridad, el espíritu de hermandad y el respeto mutuo.

Afortunadamente, hemos encontrado en Haití un liderazgo político al que le embargan esas mismas convicciones.

Un año en las relaciones exteriores de un país es un tiempo relativamente breve.

Ha habido convulsiones en la región a las que hemos respondido evitando inmiscuirnos en asuntos internos de otros países, pero sí abogando por el diálogo y la observación de las formas democráticas.

De igual manera, hemos cuidado de fortalecer las relaciones políticas y comerciales con nuestros aliados tradicionales en Europa, con la región de Latinoamérica y el Caribe, a través una participación activa en los distintos mecanismos de integración regional.

Asimismo hemos afianzado nuestra histórica relación con los Estados Unidos, destacando la firma de varios acuerdos entre ellos, el tratado de extradición y el convenio de pre-autorización aduanal y migratorio de transporte aéreo en el aeropuerto internacional de Punta Cana.

Estimular la inversión extranjera, promover las exportaciones y contribuir al fortalecimiento de nuestra marca país son ejes estratégicos de la política exterior dominicana, en ese sentido hemos suscrito acuerdos comerciales, culturales, de cooperación e interinstitucionales de los cuales podemos destacar los convenios firmados, con los Países Bajos, Cuba, Panamá, Kazajistán, Turquía, entre otros países; con instituciones como Junta Central Electoral, CEI-RD, Cámara Americana de Comercio, ADOEXPO, AIRD, Asociación Dominicana de Navieros, el ICAP, además de un importante acuerdo con la oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito; así como con las Universidades George Washington, Georgetown, UNAPEC, entre otros.

Todo esto ha sido el resultado de una intensa agenda de trabajo construida con la participación de diversos sectores de la sociedad, además de importantes visitas a distintos países alrededor del mundo, con el objetivo de concretar grandes logros para nuestro país.

En procura de fomentar la profesionalización de nuestro servicio exterior, hemos dado un amplio respaldo al Instituto de Educación Superior en Formación Diplomática y Consular, muestra fehaciente de ello fue la celebración --en abril de este año--, de la primera graduación ordinaria de la Maestría en Diplomacia y Servicio Consular, y en Diplomacia Comercial.

Me ha tocado intercambiar con mis pares de otros países, con jefes de Estado y con el liderazgo de las organizaciones multilaterales más importantes, como las Naciones Unidas, la Unión Europea, el BID, la OEA, entre otros.

Durante el período en que ejercimos la presidencia Pro-tempore de la CELAC, celebramos en octubre del 2016 en Santo Domingo, la Reunión de Cancilleres de la Unión Europea - CELAC y en enero de este año, la Quinta Cumbre de la CELAC en Punta Cana, eventos que contribuyeron a fortalecer las relaciones de nuestro hemisferio con Europa y a consolidar el clima de armonía, cooperación y solidaridad entre los 33 países latinoamericanos y caribeños que conforman ese mecanismo intergubernamental.

En todas esas instancias hemos precisado cuidadosamente las coordenadas de nuestra política de derechos humanos y de integración, y cómo nos relacionamos con el país vecino.

Podemos afirmar con certeza que la política exterior dominicana está consciente de la complejidad que aporta la globalización movida exclusivamente por el interés nacional.

Lo hemos hecho con dignidad, conscientes de que somos un país que puede servir de ejemplo de desarrollo sostenido y que exhibe una trayectoria democrática admirable.

Hay, sin embargo, tareas pendientes de capital importancia.

Se hace imprescindible la renovación de nuestros cuadros diplomáticos, aumentar la eficiencia de nuestros servicios, optimizar los recursos humanos y establecer una mejor comunicación con nuestras embajadas y consulados mediante el uso de nuevas tecnologías.

Debemos implementar una serie de medidas establecidas en la nueva ley del servicio exterior y su reglamento. Estamos dispuestos a trabajar con la misma intensidad que en este último año para que la República Dominicana continúe siendo un punto luminoso en la comunidad internacional y que nuestros bienes y servicios ingresen con éxito en los flujos comerciales mundiales.

(*) Miguel Vargas es Ministro de Relaciones Exteriores y presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

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