PATRIOTISMO

¡Al coronel Fernández Domínguez lo envió Juan Bosch!

Fernández Domínguez, el líder militar que organizó el movimiento constitucionalista de 1965, no pudo estar en el país en el momento del estallido de la acción relampagueante del 24 de abril de 1965. Hizo todo lo posible por llegar al país, siéndole impedido, en principio por la cancelación de vuelos aéreos comerciales, y luego por la vigilancia de los organismos de seguridad norteamericanos en Puerto Rico. No obstante intentó retornar por otras vías, entre ellas transporte marítimo. Viajó a Venezuela junto a otros oficiales constitucionalistas dominicanos, enviado por Bosch, con la finalidad de que el gobierno venezolano autorizara el envío de aviones caza bombarderos, pilotados por los constitucionalistas, para bombardear el nido golpista de la base militar de San Isidro, que en esos momentos realizaba incursiones militares sobre la población de la ciudad de Santo Domingo. El presidente Johnson, luego de haberse evidenciado como falsa la premisa de que el movimiento constitucionalista había caído en manos de los comunistas, intentó buscar una salida política. Fue entonces cuando Johnson decidió negociar con Bosch. Para ello, el presidente Johnson envió a Puerto Rico a Abe Fortas, a quien se conoció como “Mr. Davidson”. Fortas era amigo íntimo de Johnson y consejero, se asociaba al llamado grupo liberal de Puerto Rico, encabezado por el Gobernador Luis Muñoz Marín. Johnson envió a Thomas Mann, Cyirus Vance, Jack Hood Vaugh y el consejero de seguridad nacional, Mc George Bundy. Luego de profundas discusiones, en la residencia de Luis Muñoz Marín, en Trujillo Alto, llegaron a un acuerdo, la conformación de un gobierno presidido por un hombre de Bosch, que resultó ser, propuesto por Bosch, don Antonio Guzmán, quien terminaría el período constitucional de Bosch, o sea, hasta febrero del 1967, la conformación de un gabinete integrado por miembros del PRD escogidos por Bosch, salvo dos ministerios, que se le otorgarían a Joaquín Balaguer. El acuerdo establecía la vigencia inmediata de la Constitución del 63, y la retirada del país de las tropas invasoras en un plazo relativamente corto.

Para dar paso al gobierno de Guzmán, tenía que renunciar Caamaño, quien era el presidente constitucional elegido por la Asamblea Nacional el 3 de mayo de 1965. Bosch entendió que solamente el coronel Fernández Domínguez tenía la autoridad moral, por su condición de líder del movimiento constitucionalista, por su condición de militar, por haber sido él, quien integrara a Caamaño a la conspiración, para pedirle la renuncia en base a los acuerdos que Bosch había logrado con los representantes de Johnson en las negociaciones de Puerto Rico. La misión de Fernández Domínguez encomendada por Bosch era viajar a Santo Domingo para viabilizar la implementación del gobierno de Guzmán, y nadie como Fernández Domínguez para cumplir con ese mandato. Además, con ello, Bosch le daba a Fernández Domínguez, la principalía que él se merecía, y que el azar le impidió desempeñar en los primeros días de la revolución. Bosch se tuvo que emplear a fondo para convencer a Fernández Domínguez, de que se transportara en un avión militar norteamericano. La profunda convicción nacionalista del coronel Fernández Domínguez le impedía llegar a Santo Domingo en un avión del invasor. Bosch incluso le explicó que lo importante no era el medio de transporte sino las ideas que se llevan en la cabeza, y le puso algunos ejemplos históricos. El viaje a Santo Domingo debió efectuarse el día 13 de mayo de 1965, pero no se pudo, porque Bosch, pidió más tiempo, para convencer a Fernández Domínguez, de la necesidad de que aceptara viajar en un avión norteamericano.

¿Qué sucedió entonces? Que el 14 de mayo de 1965, las tropas de San Isidro y del llamado Gobierno de Reconstrucción Nacional, habían penetrado con tanques y todo tipo de armamentos y equipos la zona norte de la ciudad, en poder de los constitucionalistas, con el apoyo de las tropas norteamericanas, las cuales se habían presentado hasta ese momento como “neutrales” en el conflicto. Mientras Bosch llegaba a un acuerdo en Puerto Rico con Johnson, las tropas norteamericanas en el país dirigidas por el Teniente Coronel Bruce Palmer, ayudaban a las tropas opuestas al movimiento constitucionalista, a través del infame “cordón de seguridad” que dividía la ciudad, e impedían que los constitucionalistas auxiliaran a los combatientes de la zona norte, que libraron una heroica resistencia. Al parecer, según papeles desclasificados del Departamento de Estado norteamericano, Palmer respondía directamente al Pentágono, el centro de poder militar de Estados Unidos, interesado en boicotear los acuerdos de Puerto Rico. La situación era tan grave que cuando llegó al país Fernández Domínguez, algunos de los delegados de Johnson, que llegaron al acuerdo con Bosch, los más liberales, entre ellos Fortas y Mc Bundy, conscientes de que la iniciativa militar del bando de San Isidro podría malograr los acuerdos con Bosch, plantearon que las tropas norteamericanas impidieran el paso de las tropas militares anti constitucionalistas, creando un nuevo cordón o zona de seguridad en la parte norte, para evitar el paso de los efectivos del CEFA.

Cuando Fernández Domínguez le comunicó al presidente Caamaño, en la mañana del 14 de mayo de 1965, el pedimento de Bosch, Caamaño le informó la situación que se estaba presentando en la zona norte, con el apoyo logístico, militar y de supervisión de las tropas de ocupación norteamericanas. De ahí el rechazo de Caamaño, quien adujo que no podía renunciar ni llegar a ningún acuerdo, cuando se estaba masacrando a los constitucionalistas.

El coronel Fernández Domínguez cumplió su misión, y estuvo de acuerdo con Caamaño. De ahí, surgió la necesidad de hacer algo en la zona constitucionalista como respuesta a la matanza de la zona norte, con el objetivo de contrarrestar aquella ofensiva, e incluso, de que la negociación de Puerto Rico se produjera dentro de una mejor posición ofensiva del gobierno constitucionalista. La idea de tomar el Palacio Nacional era una respuesta a la embestida del CEFA, por el valor simbólico de poder del Palacio, y porque la conquista del mismo, levantaría el estado de ánimo de los constitucionalistas alicaídos por la impotencia de no poder accionar en defensa de sus hermanos de la zona norte. La idea no era ilógica, el Palacio estaba en territorio constitucionalista. Dos días después de la llegada de Fernández Domínguez, éste junto a Montes Arache y los hombres ranas, lanzaron un ataque contra las posiciones defendidas por el batallón San Cristóbal, y se sorprendieron al ver a los guardias abandonar sus armas y correr despavoridos en todas las direcciones, produciéndose algunas bajas. Montes Arache exhortó a Fernández Domínguez a avanzar sobre el Palacio esa misma tarde, pero se desestimó la operación, para coordinarla con mayores refuerzos. La información que dio Caamaño, de que Fernández Domínguez había venido al país a transmitir un mensaje de Bosch, para que en caso de un ataque masivo de las tropas norteamericanas, los constitucionalistas buscaran refugio en la Catedral, porque siendo un patrimonio cultural y religioso del humanidad, las tropas invasoras no la atacarían, es un relato de “desinformación”, para no revelar el mensaje de Bosch, lo cual se entiende para no reflejar públicamente entre la gente del Copello ( palacio de gobierno) contradicciones con Bosch u oposición al acuerdo que constituía una salida política. Es difícil creer que Bosch enviaría un mensaje de esa naturaleza de rendición cuando estaba enviado a Fernández Domínguez a plantear un nuevo gobierno constitucionalista. Uno de los más destacados combatientes de abril, Aníbal López, hombre rana asistente de Montes Arache, recuerda una acalorada discusión entre Caamaño y Montes Arache, en su presencia, un día antes del asalto al Palacio Nacional, cuando Caamaño reclamó que iría en una de las columnas de la toma del Palacio, totalmente identificado con la acción militar. Este dato demuestra que no es cierto que la acción del Palacio fue obra de un Fernández Domínguez desesperado por combatir (que tenía ganas de hacerlo) pero que fue planificada y coordinada por Montes Arache y contó con el apoyo de Caamaño. Lo que sucedió luego es conocido. Las tropas de Bruce Palmer abrieron fuego por la espalda a los constitucionalistas y salvaron de una derrota a las tropas acantonadas en Palacio. Tres días antes, las tropas invasoras no intervinieron ante el ataque que Montes Arache y Fernández Domínguez hicieron a Palacio, lo que podía haber sugerido que tampoco lo harían el 19 de mayo. Esa muerte de Fernández Domínguez liquida la “fórmula Guzmán”, ya tambaleándose desde la ofensiva de la zona norte con el apoyo invasor. Fernández Domínguez no fue tozudo, fue valiente, digno defensor de la Patria y la constitucionalidad, y obediente a la autoridad de Bosch que lo envió, y luego, consecuente, héroe y mártir de la Patria dominicana.

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