Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

ENFOQUE

La sensatez como factor de la gobernabilidad

LOS CIUDADANOS TIENEN LA MADUREZ DEMOCRÁTICA PARA EVALUAR EL SISTEMA IMPERANTE

Respeto. El Congreso Nacional concentra a senadores y diputados, que constituyen el primer poder del Estado democrático que impera en el país.

Respeto. El Congreso Nacional concentra a senadores y diputados, que constituyen el primer poder del Estado democrático que impera en el país.

Avatar del Listín Diario
Rafael Guillermo GuzmánSanto Domingo

“Lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ansía morir orgullosamente por una causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella.” -J.D. Salinger-

Los peores enemigos de la democracia son aquellos que se creen dueños de ella, por tanto, el escenario regional en los últimos meses se ha visto sacudido por diversos escándalos, que plantea un desafío para la credibilidad del ejercicio democrático. Este reto a la estabilidad y gobernabilidad, como sucede en toda sociedad democrática, es lograr ajustar las heterogéneas voluntades individuales sin pretender silenciar la pluralidad de sus voces de poder expresarse libremente.

Ahora bien, en el mismo juego democrático, hasta las amplias libertades ciudadanas e institucionales están limitadas dentro del marco de los derechos fundamentales contenidos en la misma Constitución, a partir una lógica de protección del mismo régimen democrático.

De manera que, es necesario que todos los ciudadanos actuemos con sensatez como factor indispensable de gobernabilidad como herramienta para prever las consecuencias de nuestras acciones, permitiéndonos evaluar las distintas probabilidades y consecuencias para así poder actuar de la mejor manera, lejos de las pasiones del momento o de manipulaciones interesadas.

En este contexto, aquellos que se sienten con la titularidad única de la verdad y que pretenden evaluar nuestra democracia comparándola con modelos ideales pueden correr el riesgo de descalificar de antemano lo que realmente tenemos, pues generalmente las condiciones teóricas del surgimiento y consolidación de un sistema democrático y participativo, cuando se comparan con el campo de la realidad práctica, nos damos cuenta que estas características no existen en su totalidad o se encuentran de manera preliminar.

Es aquí donde surge una pregunta: ¿cómo sería posible armonizar de manera constructiva los reclamos sociales y las críticas a las instituciones de las sociedades reales que dicen tener sistemas democráticos, al tiempo que se mantiene como referente normativo la “imagen ideal” de los modelos de democracia que sabemos que difícilmente podrán cristalizarse en la realidad pragmática?

Una respuesta sencilla sería buscar el tipo ideal de democracia no en el elevado mundo superior de las ideas, sino en el terrenal campo de la lógica práctica, estableciendo de este modo puentes de consenso mínimos en torno a lo que desean reclamar ante las instituciones democráticas.

La gobernabilidad, por ende, tiene que hacer frente al dilema de lograr, al mismo tiempo, un plan institucional de expresión de la autoridad legítima que armonice, a la vez, con la facultad de las personas de poder ejercer las libertades constitucionales que son las bases fundamentales del pluralismo democrático.

Por ello, el concepto moderno de la democracia actual es representativo, que dista mucho del ejercicio autoritario de otras épocas, ya que su ordenamiento jurídico permite que la elección de sus representantes se haga de manera programada, cíclica y constante, pudiendo refrendar o no a un político en el poder de acuerdo al juicio de los electores cada cuatro años.

Los gobernantes Pues, en las democracias como las nuestras no siempre se eligen a los mejores representantes para que, con el poder soberano del pueblo, tomen continuamente las decisiones por nosotros. Ya que los ciudadanos, a través de la madurez democrática, cada vez más están en condiciones de evaluar, a partir del juicio individual y desde todos los ángulos, qué tan apropiado ha sido el comportamiento de algún político en concreto a quien se le ha confiado una responsabilidad determinada y por un período limitado.

En el escenario actual, donde se percibe una clara efervescencia en diferentes sectores de la sociedad por hechos que han estremecido varias naciones del hemisferio, es cuando el valor de la sensatez tiene que estar más presente.

Pues si se distorsiona el sentido democrático de la participación política viendo el fantasma de la conspiración en cada esquina, y, por otro lado, ciudadanos manipulados por intereses políticos dudosos, puede esto provocar que los ciudadanos no se sientan identificados con las decisiones vinculantes que se logran a través de los canales democráticos y, por vía de consecuencias, la gobernabilidad de la sociedad en su conjunto se ponga en crisis.

Debido a esto, es oportuno recordar que los límites que impone una democracia constitucional de un estado social democrático de derecho significa, por un lado, la superioridad del Gobierno de las leyes frente a los gobernados, y por otro lado, el reconocimiento de la importancia de los límites jurídicos que se le imponen a los derechos de la autonomía del poder. Es decir, un justo equilibrio que, con la adecuada dosis de sensatez como factor de gobernabilidad evite a toda costa que interesados pretendan buscar a “insensatos que ansían morir por una causa”, en vez de buscar sensatos que aporten soluciones legítimas para vivir humildemente en una sociedad en paz y prosperidad como hasta ahora.

El autor es miembro del Círculo Delta.

Tags relacionados