El PRSC cometería error si abandona Bloque Progresista

El Partido Reformista Social Cristiano cometería un error si abandonara el proyecto de Unidad Nacional del presidente Medina, que antes fue el Bloque Progresista, y que le dio altas posiciones en el Gabinete, direcciones y embajadas que todavía conserva.

El PRSC fue el primer partido que se unió al Partido de la Liberación Dominicana en 1996 cuando el presidente Balaguer le levantó la mano al joven Leonel Fernández, proclamando que por ese lado se iba al camino bueno, contraposición del camino malo. Como resultado de la alianza entre el PLD y el PRSC llegaron y se mantuvieron en los subsiguientes regímenes del PLD altos dirigentes del balaguerismo, como Carlos Morales Troncoso, fallecido, en la Cancillería, y Quique Antún, en diversas posiciones.

El PRSC postuló también los nombres de varios dirigentes que ocupan diversas embajadas en el exterior y miembros de consejos de instituciones públicas bien rentadas, que han hecho a ese partido, aunque lo niegan, parte de una especie de co-gobierno.

Parece que en la actualidad la brega entre dirigentes del PLD y del PRSC es porque el pliego de puestos que pide la última organización es muy amplio y sobrepasan las posibilidades de ser complacido, por los compromisos con otros partidos.

Se dice que entre las posiciones pedidas por el PRSC a Medina estaría garantizar al señor Antún la administración del Banco de Reservas o la dirección del Instituto de Recursos Hidráulicos (INDHRI).

El primer puesto es de confianza y estratégico.

Antún tiene alguna experiencia bancaria por haber dirigido el Banco Nacional de la Vivienda, ahora BANDEX, a cuya salida muy demorada, le siguieron denuncias de que se habían usado los fondos de retiro del personal para complacer beneficios de funcionarios.

Según publicó el medio digital 7 Días, el 11 de septiembre de 2013, al llegar a la gerencia del BNV, el señor Antún heredó una nómina de 9.5 millones al mes, pero durante su gestión fue llevada a 50 millones, sin que hubiera aumentado la cartera de préstamos.

Tras el fallecimiento de Morales Troncoso, se divulgaron en la prensa la ocurrencia de serias irregularidades en la Cancillería y el régimen se vio precisado a aprobar la supresión de cargos diplomáticos en el exterior y la reducción de la nómina en el país.

Tanto el régimen del doctor Leonel Fernández, como el de Medina, designaron funcionarios reformistas que todavía permanecen en sus puestos al parecer con la idea de que pudieran complacer la militancia de ese partido, acostumbrada a las mieles del poder.

Lucha de intereses La lucha actual entre las facciones reformistas, algunas de las cuales quieren apoyar al presidente Medina y seguir en el Bloque Progresista, tiene que ver más que con principios y propuestas, con los intereses particulares y el empeño de tocar parte del pastel.

El otrora poderoso partido que formó el doctor Balaguer en el exilio y que le permitió ganar las siempre discutidas elecciones de 1966, 1970 y 1974, en la primera etapa, así como gobernar de 1986-1996, no es ni sombra del viejo y gran partido conservador.

Hoy el PRSC es una pequeña organización con líderes que buscan sus posiciones personales en el régimen, que no tiene locales abiertos a nivel nacional, que ha perdido el apoyo de la masa conservadora, repartida en los otros partidos y que no tiene futuro.

La impresión que ofrece un partido así, cuyos presidentes en los últimos tiempos, tanto Morales Troncoso como Antún, han sido subalternos en puestos públicos vistos en la administración con desdén debido a las malas costumbres, no podría ser más patética.

La negativa del secretario general, Ramón R. Genao, de mantener la organización en el Bloque Progresista, parecería más que nada una puja, que los críticos llaman chantaje, a fin de doblar el brazo al presidente Medina, interesado en armar una coalición.

Entre reformistas como en las filas del gobierno prevalece la impresión de que el partido podría dar algún aporte significativo a la candidatura de Medina y lograr sino senadores, al menos diputados, síndicos y regidores, pero nadie conoce el peso específico.

Sin poder aliarse con la oposición que representa el Partido Revolucionario Moderno, PRM, la última división del “camino malo” de que hablaba Balaguer, los reformistas no tienen otro sitio que el gobierno.

No pueden permitir que les cuenten los votos.

El empeño de Medina El empeño del presidente Medina por armar una coalición de partidos que le asegure psicológicamente una especie de aplanadora contra el PRM se comprende.

Pese a sus altos números de valoración, el sabio gobernante no quiere dar chance a los imponderables.

La finalidad que se propuso desde antes de que el PLD lo lanzara como candidato a la reelección fue llevar tras de sí a los integrantes del Bloque Progresista y a otros partidos y grupos de ciudadanos que buscan también su promoción social y parte del pastel.

Los cínicos creen que pese a esos empeños, los dirigentes de los partidos que lo apoyaron en las últimas elecciones le han jugado una mala pasada. Tuvo que prescindir del Frente Nacional Progresista, del Partido Quisqueyano Demócrata y del Unidad Nacional.

Las tres organizaciones tienen ya sus respectivos candidatos presidenciales lejos del PLD y del PRM, con intenciones de obtener alguna significación en los comicios de mayo venidero. Ahora, el viejo grupo político ha quedado circunscrito a 14 partidos.

Medina tiene otra situación. Todos los partidos que han roto con su candidatura están acunados con el expresidente Fernández, los cuales fueron nombrados durante su cuatrienio y respetados a regañadientes por el gobernante pese a las denuncias públicas.

Es casi seguro que el Presidente recupere el apoyo de las siglas PRSC puesto que hay muchos dirigentes que no están de acuerdo con los pujos de la directiva que representa el señor Antún, de forzar un entendimiento en base a una porción mayor del poder.

La renuncia de Héctor Guzmán, alto dirigente del PRM y a quien al parecer no le cumplieron una promesa de postularlo como primer diputado nacional, le viene bien al Presidente, que quizás lo atraiga a su lado como al parecer haría en el futuro con otros.