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DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

Kurosawa: cine y literatura

Akira Kurosawa amó la literatura. Tanto la quiso, que su cine no fue ajeno a ella. En su extensa y triunfante cinematografía señorean historias clásicas. Su primer gran éxito internacional sucedió con el relato de un autor nipón, RyÐnosuke Akutagawa, de quien convirtió en película su cuento “Rashomon”, Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa (1950). El éxito de esta cinta alcanzó tal magnitud que en 1964 el propio Kurosawa fue contratado por la meca del cine para adaptar su guion a la realidad occidental. El filme, llamado entonces “The outrage” (87 minutos) fue protagonizado por Paul Newman y Edward R. Robinson, y dirigido por Martin Ritt. La cinta es un curioso western donde se narra la historia de un bandido mexicano que secuestra a una pareja, para después asesinar al marido y violar a la mujer.

En 1951, Kurosawa prosiguió con su impronta literaria y adaptó a la realidad oriental la novela “El idiota”, del ruso Fiodor Dostoievski, cuya trama relata la historia de Kameda, un criminal de guerra condenado a muerte que por determinadas causas no es fusilado. La conmoción le provoca fuertes ataques epilépticos, que algunos consideran “idiotez”, pero que lo convierten en un ser sencillo, bondadoso y lleno de amor. Una joven se enamora de él, pero los celos de su pareja sacarán a la luz sus instintos asesinos. Kurosawa fue un amante del teatro de William Shakespeare (Hamlet en “Los malos duermen bien”; Macbeth en “Trono de sangre” y El rey Leal en “Ran”). Esto habla no solo de su visión como cineasta, sino de su profunda formación cultural, tanto en la literatura como en las artes visuales. Trono de Sangre, fue un éxito rotundo. Y Ran, no lo ha sido menos. Sin ser su cinta más conocida, Ran es una película fundamental para los amantes del cine.

En el caso del inglés, la admiración no solo le viene a Kurosawa por su amor al teatro, y dentro de este, a las grandes historias que universalizaron al genio británico. El director nipón vivió enamorado de las tragedias de Shakespeare y no se detuvo hasta adaptar algunas a la gran pantalla. Con ello, pretendía que Asia masificara el conocimiento de este legado cultural en gran escala, como solo el cine puede ofrecer.

Kurosawa también dirigió adaptaciones de otras historias de la gran literatura rusa. “Donzoko” (“Los bajos fondos”, 1957) de Máximo Gorki. “Ikiru” (“Vivir”, 1952) trata hasta cierto punto las mismas cuestiones del cuento de León Tolstoi “La muerte de Iván Ilich”. Algunos de los hilos argumentales de Barbarroja (1965) pueden encontrarse en “Humillados y Ofendidos” de Fiodor Dostoievski, aunque el filme parte de una novela de su compatriota, Shugoro Yamamoto.

Otras muestras de su convicción de vincular literatura con cine se pueden hallar en “Tengoku to jigoku” (“El infierno del odio”,1963) donde se toman ideas de la obra “King’s Ransom” del escritor policíaco estadounidense Ed McBain; “Yojimbo” (“El mercenario”, 1961) parte de la exitosa novela negra “Cosecha Roja”, de Dashiell Hammett, basada en la historia de un hombre en busca de dinero, quien se convierte en el señuelo para obtener un añorado tesoro disputado por dos bandos en conflicto.

Ambos piensan con este personaje destuir al adversario, pero que, al final, dicho “mercenario” deviene en justiciero. “El perro rabioso” (1949) se inspira en las novelas detectivescas del célebre escritor belga Georges Simenon. El germen de “Los siete samuráis” (1954) trae a la realidad japonesa el contenido de la tragedia clásica griega de Esquilo “Los siete contra Tebas”. Otro director estadounidense con una importante influencia en muchos de sus filmes fue John Ford, del cual Kurosawa conocía toda su obra, sobre todo en el género western y de aventuras.

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