Una mirada desde Barrios de Santiago

Desde hace cuatro años Pablo Torres y Jonathan Almánzar tienen un puesto de venta de zapatos. La persistencia y calidad en su trabajo ha hecho que sean famosos en el área, pues con una sonrisa y el suficiente deseo de emprender, llevan un negocio sostenible, de confección y reparación de calzados.

Así como este, hay variados casos en que se puede aplicar la frase que soporta la camiseta de algunos jóvenes, en las calles de Santiago, y que defiende la integridad de quienes, por el lugar en que viven, se les asume de forma despectiva: “Soy de barrio, pero no soy delincuente”.

Con más de diez mil habitantes, Pueblo Nuevo es un barrio con una dinámica comercial muy activa, y de gente, por lo general, hospitalaria, donde echar adelante con trabajo, ha sido la decisión de muchos. Un ejemplo de esto son sus dieciséis talleres de ebanistería y tapicería, nueve talleres de mecánica, treinta y un salones de belleza, sesenta cafeterías, ochenta y cuatro colmados, dieciséis talleres de electrónica, trece barberías y peluquerías, trece puestos de sastrería y modista, entre otros comercios.

Si hay una calle emblemática, reconocida e identificada por la abundancia en puestos de repuestos automotrices, es la J. Armando Bermúdez; donde la concentración de este tipo de negocios es notable.

El Mercado de Pueblo Nuevo, donde cientos de personas concurrían para adquirir prendas de vestir, en su mayoría; es ahora un destino con una actividad comercial más regulada, y un intercambio permanente, en ventas de frutas, vegetales, víveres, carnes; y con diversas tiendas.

Este es un barrio que, aún con sus bajas, ha podido desarrollar líneas positivas resaltables.