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Hospital Arturo Grullón

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

En el Hospital Infantil Arturo Grullón he descubierto la fortuna humana. El área de vacunas funciona muy bien. El camino está limpio y las madres -en su mayoría- hacen fila para inmunizar a sus hijos con un personal servicial y competente. Otros departamentos también son efectivos en favor de la población infantil.

Allí he conocido personas identificadas con la salud y los padecimientos de la niñez. Gente laboriosa y humana. La cirujana Renata Quintana, de la Unidad de Quemados, por ejemplo. Y las damas del Voluntariado Jesús con los Niños. Ellas trabajan con la intención de revertir el dolor en alegría, en ofrecer paz a familias de escaso o ningún recurso económico.

Desde hace varios años, el Hospital Arturo Grullón padece el olvido que también afecta a muchos centros públicos del país. Allí, las faltas se cuentan por docenas. No hay tomógrafo y les queda un solo quirófano. Hay demasiada necesidad en una infraestructura grande, donde llevan a la niñez pobre, no solo de Santiago, sino; de municipios y provincias del perímetro.

Luchando contra la impotencia, tocando puertas, aguantando desplantes y promesas que tardan en cumplirse, llevan años las damas del Voluntariado. También se ha sumado el clamor del pastor Pablo Ureña, del Programa Niños con una Esperanza, quien se encadenó durante varios días frente al hospital, demandando oídos de las autoridades de Salud. Insistía en la necesidad de situar un tomógrafo y que se habiliten más quirófanos.

Frente al descaro político y ciertas riquezas inexplicables, opera el hospital de niños en un conmovedor día a día que espanta al más insensible de los humanos. Al hospital Infantil Arturo Grullón le urgen las maquinarias del Estado. Las que se mueven rápido en tiempos de campaña electoral. Que la promesa de remozamiento no lo destruya y lo condene al olvido por años. La alerta es válida ante el ejemplo de indiferencia en el hospital José María Cabral y Báez. Que no nos venza el cansancio y que el Estado se ocupe. La niñez espera.

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