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Canciones

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

“Sabor a mí”, la canción de Álvaro Carrillo que tanto disfruto en voz de Luis Miguel, es una de las melodías que erizan cada poro de mi piel. “Tanto tiempo disfrutamos de este amor, nuestras almas se acercaron tanto así, que yo guardo tu sabor, pero tú llevas también, sabor a mí. Si negaras mi presencia en tu vivir, bastaría con abrazarte y conversar, tanta vida yo te di, que por fuerza tienes ya, sabor a mí” es la estrofa que suele transportarme a terrenos muy felices de mi vida. Y los recuerdo con la pieza porque somos dueños de lo bueno que decidimos atesorar en la memoria.

Las canciones suelen marcar episodios de la existencia. Además moldean comportamientos y son la vitamina más dulce para aprender. Recuerdo que en mis años de entusiasmo religioso, el canto hizo el camino más liviano para instruirse en pasajes bíblicos, aparte de lo mucho que nos divertíamos y los muchos amigos que cultivé entre una alabanza y otra.

Tratando el tema con Heidy González Sebelén, la escuché afirmar que las canciones también identifican la dinámica de los países y sus ciudadanos, incluso desde el nacimiento. Ella, la generosa tía Heidy que nos rebosa la vida de ternura, confirma que los rituales y las canciones son la base del aprendizaje humano. Por ejemplo, interpretar el Himno Nacional en la escuela es la palmadita patriótica para el inicio de la jornada académica y el toque de los timbres significa cambio de asignatura, recreo, en fin, regulan el comportamiento de un colectivo incorporado a un recinto de estudio.

Ella, por ejemplo, cuando sus hijos eran bebés les cantaba canciones en la mañana (Buenos días, buenos días de mamá, buenos días de papá, buenos días angelito, buenos días amadito, ha empezado el nuevo día ¡a trabajar!) y otras melodías (algunas se las inventaba) para que ellos supieran cuando era hora de comer, dormir, etcétera. Y así, tía Heidy fue forjando un lazo de amor -a través del hermoso hilo de las canciones- que el tiempo no ha podido quebrar.

De modo que, para soliviantar un poco las durezas de la realidad, cante, cantemos. Desempolve recuerdos y dedique sus piezas. Como regalo de viernes, aquí les dejo una estrofa hermosísima de Franco de Vita y Alejandra Guzmán: “Tú me das las cosas que yo quiero cuando menos me lo espero. Tú me das el aire que respiro. Tú me das un golpe de energía cuando estoy sin batería. Tú me das la vida en un instante”.

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