Hasta el 16

Pocas naciones se permiten los lujos que nos damos como país. Todas las decisiones -chiquitas y grandes- destinadas a encaminar la maquinaria productiva, pensante y la pujanza educativa de una nación están en pausa hasta las elecciones. Cada paso hasta mayo depende de la conveniencia partidarista, de lo que la presencia signifique en votos, en arreo de votantes.

Buscar los votos hasta debajo de las piedras, como sentenció el presidente Danilo Medina, es el endoso del millonario despilfarro en combustible, prebendas, relacionamientos y alianzas, estas últimas cada vez más caras.

Hasta el mes de mayo estamos invalidados como nación. No prospera ninguna idea, ningún proyecto. Se mudaron los incumbentes pagados con dinero público. Están desiertas las oficinas donde por honra del cargo están llamados a trabajar.

Desde el Estado viajamos mucho, pero no terminamos

de emular a los países que se construyen a sí mismos sin que elegir un candidato les signifique una parálisis social, económica o educativa.

Son muchas y anhelantes las tareas que República Dominicana tiene pendiente con su gente. Se vale estirar la pierna pero no vivir a costilla del caravaneo eterno, de la contaminación visual, auditiva y el discurso vacío de un Palacio Nacional que no acepta careos con la oposición.

“Se acercan tiempos difíciles, amar es urgente”, reza un cartel que circula hoy en internet. Aparte de amor necesitamos enchufes para conectar, vincularnos y accionar en bien de una Patria aguerrida que lamentablemente se nos escurre en la paraplejia partidarista.