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SONAJERO

Aida y Elsa

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

En el mundo enemistado de los pliegues y la piel quebradiza por los avatares de la vida, existen dos queridas madres y abuelas que desafían turbulencias de salud y son incansables ejemplos del buen hacer y el querer. Elsa Brito, la maestra de siempre, reside en una casa de galería revestida de flores. Un hogar cálido con antiguas mecedoras y paredes tapizadas de recuerdos, rosarios y la bañerita donde chapalearon sus cinco hijos. Doña Elsa lleva 80 años celebrando amaneceres, escribiendo, formando, organizando, impulsando proyectos culturales, literarios, de fe.

Los ochenta abriles los celebró con un coro de ®muchachas® cantando el dembow ®Como un cañón® y mofándose de las ®feúras® que trae consigo la vejez. Incluso, cantaron que no es que son viejas sino que ellas nacieron primero. Véalo en www.youtube.com/watch?v=cgzCqX53aaU

La otra es “buela Aida”, mi amada abuela. Dueña de un pasado heroico, supo criar con entereza, en amor y lejos del vicio a una prole de cinco. La pobreza no disminuyó su ejemplo y fuerza al enviudar del juez. En venganza a penurias pasadas, Aida es la pieza infaltable en los ®guiriguiris familiares® sea en Washington, New Jersey, Santo Domingo, Santiago, San Francisco de Macorís, Salcedo o San José de Conuco. Sus ganas de pasársela bien y andar no conocen fronteras geográficas. Además, aunque nadie se pare, ella -siempre impecable- inaugura la pista que sea con lo que suene banda en vivo o el conjunto agujita.

En doña Elsa y ®buela Aida®, residen el amor y la reciedumbre. No recuerdo un enojo de mi abuela ni una frase fuera de tono. Suele calmar los males del corazón, del estómago y suavizar cualquier escollo familiar con su buena entonación. Doña Elsa siempre tiene una sonrisa para brindar y las manos llenas para compartir. Y es difícil que usted se marche con hambre de la cocina que tenga a Aida al frente.

Benditas Elsa y Aida, las madres abuelas de corazón noble y piel marchita por tanto buen hacer y tantísimo querer.

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