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MUJERES DE GRANDES LIGAS

Esperando la dicha

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Carolina Cruz De MartínezSanto Domingo

ESPERANDO: A muchos de nosotros se nos ha entrenado consciente o inconscientemente a luchar por algo grande; a estudiar para ser alguien; a ser el futuro del mañana y a esperar que llegue esa dicha y esa bienaventuranza.

La sociedad nos inculca desde temprana edad que hay muchas cosas por las cuales luchar, levantarse, superarse y progresar. Es mentira? No lo es, en cierta parte; pero pocas veces se nos enseña que la verdadera dicha no necesariamente reside en un resultado final, sino en la trayectoria que se recorre para llegar.

De acuerdo a uno de los diccionarios digitales, “dicha es un término que popularmente se emplea a la hora de querer dar cuenta de la felicidad que se siente por una determinada cuestión que se logró, algo bueno que sucedió en la familia, entre otras alternativas.”

VERDADERA DICHA: En el deporte, si a un joven lo contratan o lo firman, eso se constituye una dicha; si logra pasar el exámen físico de una organización, es una dicha; si logra hacer el equipo, es una dicha; si logran ganar una partido, es una dicha. Y, en ese sentido, todos muchas veces esperamos esa dicha y hasta que no llega no sentimos plenitud o satisfacción.

En la realidad, nosotros no tenemos que esperar que llegue la “dicha” para asumir un sentir de felicidad. Hay cientos de elementos que desde ya nos constituyen personas “dichosas” sin haber alcanzado lo que según la sociedad se considera como logros. El solo hecho de tener la actitud correcta, la intención adecuada y la determinación necesaria para vencer y avanzar obstáculos y desafíos, es suficiente para sentir satisfacción y logro.

Es sentido común que todo atleta que se esfuerza y que entrena duro, espera una recompensa y un resultado de su trabajo. Pero aún si ese resultado no llegara a materializarse o conjugarse según lo esperado, existe una dicha y un mérito que nadie puede desvirtuar en ese esfuerzo personal. No es fácil para un atleta disciplinarse y esforzarse; no es fácil someterse a un régimen y superar barreras personales, ambientales, sociales y culturales.

Aunque un deportista compita y tenga esperanza de abrazar esa “dicha” de ganar, sino llegara ese medalla o trofeo, como quiera ya la dicha está. La dicha llegó cuando ese atleta decidió desarrollar ese talento crudo con persistencia y determinación, y llevarlo a un nivel de superación. El atleta no tiene que esperar una victoria como tal, pues la esencia de la victoria muchas veces consiste en poder superar lo que uno mismo pensó como limitación: correr unas millas más, superar un tiempo personal en las 60 yardas, bajar el porcentaje de grasa, aumentar la masa muscular.

SUPERÁNDONOS NOSOTROS: Como humanos siempre tratamos de impresionar; es nuestra naturaleza terrenal. Por eso desde pequeños se nos fomenta el querernos superar porque “fulano” no puede dejarnos atrás. Pero lo cierto es qué hay más valor en los procesos personales que cada uno recorremos, y en los aprendizajes que cada uno aprendemos, que en pasar el exámen final. Una mujer embarazada estará loca por ver a su hijo, pero una vez esa criatura llegó, esa maternidad siempre irá acompañada de las memorias de los nueves meses y

sus anécdotas. Un equipo que gane un campeonato recordará el momento triunfal, pero lo que hace saborear aún mas esa victoria, son las practicas y los entrenamientos que juntos compartieron para alcanzar ese momento. Un jugador que se recupere de una lesión, disfrutará de volver a jugar, pero nunca olvidará el proceso que atravesó para recuperar su salud. La dicha no está en lo final, sino en el proceso hacia allá.

Los atletas y deportistas deben aprender a disfrutar el presente y no esperar a la dicha. Aunque es bueno estudiar y entrenar, desde que nacemos ya somos alguien que solo necesita desarrollar lo que trae por dentro. La dicha siempre será el disfrutar las temporadas y etapas, independiente del resultado final. Somos “dichosos” cuando disfrutamos nuestro poco.

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