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MUJERES DE GRANDES LIGAS

“Graduando la madurez”

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

ESTACIONES: Cada estación del año tiene sus características. Los follajes delatan que tipo de estación se aproxima, por su color, textura y comportamiento. La flora se condiciona para recibir la próxima temporada y en esa transición exhibe una armonía, sincronización y equilibrio perfecto e inevitable.

En cada cambio de estación, la naturaleza nos enseña lecciones de madurez. Las arboles se preparan para enfrentar su ciclo de sequedad y frío, así como de reproducción y calidez. Las hojas no tienen miedo de mutar, repollar, secarse, desprenderse y enfrentar lo mismo una y otra vez. La vegetación no pelea contra la naturaleza de su evolución, pues ha entendido que es parte de la vida.

Madurar es saber reconocer en que etapa se está, disfrutarla, y asumirla con lo que toque. Madurar es hacerse responsable, constante y moldeable; es reconocer que cada temporada trae consigo cambios, contra los cuales no se puede pelear. Madurar es enfrentar las estaciones con el ropaje adecuado, sin querer forzar el traje primaveral hacia una temporada otoñal o invernal.

GRADUAR LA MADUREZ: Los atletas atraviesan diversos desafíos en el camino a la madurez. Unos luchan contra la evolución y los cambios que son necesarios hacer; otros se resisten a dejar “secar” actitudes, mentalidades y filosofías en sus vidas que deben desprender para que puedan retoñar. Otros buscan extrapolar lo que funcionó en la primavera, a la temporada invernal, y la mayoría simplemente ni se entera porque experimentan cambios en su naturaleza.

Así como las hojas van gradualmente entrando en metamorfosis, así los atletas son llevados gradualmente a madurar. Hay que tener grados adquiridos de madurez para saber cuándo continuar y cuando parar, cuando el cuerpo dice no más. Hay que haber sido algo graduado para saber cuándo desistir y cuando insistir, con una lesión que se niega a sanar. Hay que saber cuándo perder y cuando ganar, cuando un manager te propone jugar otra posición que para ti no es la ideal; hay que saberse graduar para saber cuando trabajar y cuando disfrutar.

Los grados de madurez se van adquiriendo en la medida en que hay un mayor nivel de reconocimiento. El atleta que no identifica y reconoce que en cada estación se generarán cambios, no estará preparado para ser graduado. Ese

atleta resistirá inconscientemente las transiciones y se encontrará constantemente limitado a un tope que no podrá rebasar.

Para un atleta ser graduado en su madurez, debe reconocer que siempre habrá cosas nuevas que aprender. Querer implementar comportamientos que funcionaron en una temporada o en un contexto, pero que no van con lo que viene, es señal de inmadurez. Tener miedo de abrirse a nuevos campos, a aprender nuevas formas de producción generará un estancamiento que resultara en bajo rendimiento. Mostrar resistencia a modificar un lanzamiento, una mecánica o algún aspecto técnico que mejorará el desempeño, es un indicador negativo que afectará el equilibrio del individuo o el equipo.

DEJEMONOS GRADUAR: En el ámbito deportivo hay árboles de raíces profundas (coaches y entrenadores) que saben cómo potencializar sus hojas. Por muchos años han visto nacer, crecer, reproducir y morir muchos follajes que con una buena graduación han dado su fruto en el sistema de la naturaleza. Ojalá que cada atleta pueda encontrar uno que le gradué su metamorfosis.

Cada uno de nosotros experimentará su proceso de desarrollo y crecimiento. Como la creación, debemos estar dispuestos a experimentar cambios en la medida que evolucionamos. Es esencial que nos dejemos graduar si queremos experimentar la vida en todas sus dimensiones. De no hacerlo así, estaremos atravesando los mismos ciclos, sin disfrute ni resultados.

“Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que éstos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.” Eclesiastés 7:10

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