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CON LOS CAMPEONES

Virgil, Felipe y Marichal

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Mario Emilio GuerreroSanto Domingo

El pasado martes, con motivo de la inauguración de la academia de los Gigantes de San Francisco en el país, tuve el privilegio de compartir con los legendarios ex peloteros dominicanos Felipe Rojas Alou, Juan Marichal y Osvaldo Virgil. Escucharlos contar sus anécdotas y hablar sobre sus vivencias, resultó una experiencia extraordinaria y fue adentrarse en los albores de la presencia dominicana en las Grandes Ligas. Como es de general conocimiento, Virgil fue el primer dominicano en jugar en las Ligas Mayores, Felipe, el primero en ser regular en un equipo y Marichal, nuestra primera gran estrella.

Nervios El pionero Virgil habló de sus nervios el día de su debut, el 23 de septiembre de 1956, en un partido frente a los Filis de Filadelfia, en el Polo Grounds, hogar de los Gigantes de Nueva York. Aunque reconoció que el nerviosismo es algo que el atleta debe controlar, ese día no pudo y se fue de 4-0, ante los envío del zurdo Curt Simmons, defendiendo la tercera base y colocado séptimo en la alineación. Una semana después lo pusieron a jugar nuevamente y bateó de 4-3, incluyendo un doble, contra los envíos del futuro miembro del Salón de la Fama, el también zurdo Robin Roberts, en el Connie Mack Stadium, de Filadelfia,. En esa ocasión igualmente estuvo en la antesala y figuró séptimo en el orden al bate

Su firma Reveló el nativo de Montecristi que, contrario a lo que mucha gente cree, él no fue el primer dominicano en ser firmado para el profesionalismo, sino Rudy Hernández, quien fue reclutado por la propia organización de los Gigantes antes de la campaña de 1950. Virgil fichó 3 años después. Hernández originalmente era un jardinero y en 1954 fue convertido en lanzador, siendo el cuarto dominicano y primer pitcher en accionar en las Grandes Ligas, superando a Marichal por apenas 16 días.

Felipe El mayor de la trilogía de los hermanos Rojas Alou, protagonista de tantos hechos históricos, fue también el primer dominicano en ser manager en las Grandes Ligas. En su discurso del martes, agradeciendo que la academia de los Gigantes fuera nombrada con su nombre, Felipe habló del malestar que se produjo en su familia cuando fue cambiado a los Bravos de Milwaukee en 1964, indisposición que sólo se subsanó con la salida de Mateo y Jesús de la franquicia en años posteriores.

Dirigente En su intervención, Felipe relató que en 1998, siendo dirigente de los Expos, recibió una multimillonaria oferta de los Esquivadores de Los Ángeles para que fuera su manager, proposición que en un principio aceptó, pero que luego de sopesar rechazó, continuando 4 años más en Montreal. “De haberme ido a trabajar con los Dodgers, hoy no estuviera aquí con ustedes recibiendo este homenaje de los Gigantes”, destacó.

Después de terminar su estancia con los Expos en 2001, firmó con San Francisco por dos años porque quería volver a mi franquicia original, acuerdo que luego se extendió por otras dos temporadas más. Al concluir el pacto en 2006, con el propósito de que siguiera siendo un miembro de la organización de por vida, los Gigantes lo nombraron en un puesto ejecutivo de oficina que mantiene hasta el día de hoy.

Marichal Todos saben que Marichal se hizo pitcher a la edad de 13 años, cuando vio lanzar a Bombo Ramos en Manzanillo, aquel integrante del equipo Santiago, que murió junto a sus compañeros en la tragedia aérea de Río Verde, en 1948. Pero lo que muchos desconocen es la historia de cómo el inmortal serpentinero dominicano comenzó a tirar con su famosa moción de levantar la pierna izquierda por encima de la cabeza.

La razón Don Juan contó que en 1958, en su primer viaje a Estados Unidos, tras ser firmado por los Gigantes, Buddy Kerr, su dirigente en el equipo Michigan City White Caps, de la Midwest League, clase D, le preguntó por qué tiraba de lado, que si sentía dolor haciéndolo de otra manera. Marichal le dijo que no y que lo hacía para imitar a un pitcher dominicano llamado Bombo Ramos, ídolo de su niñez. Kerr le instó a probar lanzando por encima del brazo y cuando lo intentó, se dio cuenta de que la única manera que lo lograba, era alzando la pierna izquierda con el movimiento que lo convirtió en una leyenda del box.

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