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SALÓN DE LA FAMA

Vladimir e Iván Rodríguez debutarán en boleta de 2017

Vladimir Guerrero

Vladimir Guerrero

En el 2015, Pedro Martínez se convirtió en el segundo dominicano exaltado al Salón de la Fama, después de Juan Marichal. Hace cinco años, Roberto Alomar se unió a Roberto Clemente y Orlando “Peruchín” Cepeda como los únicos puertorriqueños con una placa en Cooperstown.

A partir del 2017, empezarán a aumentar las posibilidades de que dos leyendas más, una de Quisqueya la Bella y otra de la lsla del Encanto, sean exaltados al Salón.

En diciembre de este año, aparecerán por primera vez en la boleta de la Asociación de Escritores de Béisbol de Norteamérica el dominicano Vladimir Guerrero y el boricua Iván Rodríguez. Entre ambos hay muchos méritos, pero también existen algunos obstáculos.

Cuando se habla de Guerrero, hay que ver sus 447 dobles, 449 jonrones, 1496 empujadas, OPS (porcentaje de embasarse más slugging) de .931 y su tremendo brazo en el jardín derecho durante una carrera de 16 temporadas en las Mayores con los Expos, Angelinos, Rangers y Orioles. El oriundo de Nizao fue el Jugador Más Valioso de la Liga Americana en el 2004 y ganador del Premio Edgar Martínez como mejor designado del Joven Circuito en el 2010. Fue convocado a nueve Juegos de Estrellas y ganó ocho Bates de Plata.

El consenso es que Guerrero tiene lo suficiente para ser elegido al Salón. La interrogante es cuándo podría producirse dicho honor, ya que son muy pocos los que han sido elegidos en su primer año en la boleta.

El caso de Rodríguez es un poco más complicado. Si fuera sólo por los números y lo hecho a la defensa detrás del plato, “Pudge” tendría muy buenas posibilidades de ser elegido en su primera oportunidad. Pero al ex receptor lo persiguen rumores de uso de sustancias para aumentar el rendimiento.

Rodríguez fue citado por José Canseco en su famoso libre “Juiced”, al hablar el cubano sobre los tiempos de ambos en los Rangers durante la década de los 90. Al preguntársele si su nombre fue incluido en la lista de los que dieron positivo por esteroides en el 2003, Rodríguez simplemente contestó, “Sólo Dios lo sabe”. Y fue notable la diferencia en su cuerpo desde mediados de la primera década del nuevo milenio, cuando empezó de lleno el programa antidopaje de MLB.

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