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CON LOS CAMPEONES

Sobre la confrontación de RD y Ecuador

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Mario Emilio Guerrero@megkranz

En el encuentro de Copa Davis entre República Dominicana y Ecuador, se tomaron decisiones que pudieron incidir en el resultado final del enfrentamiento. Veamos mis planteamientos al respecto.

La cancha Como señalé en mi columna del sábado 18 de julio, jugar en una superficie de arcilla fue un error, reconocido posteriormente por miembros del personal técnico y de la directiva de la Federación Dominicana de Tenis. Se vio claramente que los ecuatorianos tienen un mejor desempeño en pistas lentas y por esa razón pudieron desplegar todo su potencial, poniendo en grandes aprietos a los jugadores dominicanos. Muestra de ello fueron los esforzados triunfos de Víctor Estrella ante jugadores de mucho menor jerarquía, como Iván Endara y Gonzalo Escobar, a quienes el estelar tenistas santiagués tuvo que derrotar viniendo de atrás y haciendo acopio de todo su coraje y veteranía. También quedó de manifiesto, en la fácil victoria en 3 sets de Escobar frente a José Ramón Hernández, no obstante la mayor cotización del jugador criollo.

Factor en contra La cancha de arcilla, además de favorecer el juego de sus rivales, creo que perjudicó a los tenistas dominicanos. Contrario a lo que pudieran pensar el propio jugador y su entorno, sostengo que José Ramón Hernández se desempeña mejor en una superficie rápida que en una lenta y expongo mis razones para pensar de esa manera. En una cancha de arcilla, la potencia de los golpes no es determinante, porque el bote de la pelota es más lento. De ahí que se produzcan extensos peloteos desde la línea de fondo, que precisan una mayor preparación física por parte de los jugadores. Es por eso que el especialista de cancha lenta tiene que ser un estratega, con una gran fortaleza mental, además de ser muy versátil y consistente. No veo en Hernández esas características, porque ante todo, él es un tenista de poder, dueño de potentes tiros, tanto de derecha como de revés, que hacen que su juego sea ideal para la superficie dura. José Ramón sólo tiene que mejorar su servicio para convertirse en un rival muy difícil de vencer en cancha de cemento. El propio Víctor Estrella, quien ha demostrado ser un tenista todoterreno, considero que en estos momentos de su carrera es mejor en superficie dura.

Decisión errónea Ahora bien, el punto de inflexión, la decisión que inclinó la balanza a favor del seleccionado dominicano y allanó el camino del triunfo, fue cuando el capitán del equipo de Ecuador, el ex jugador Raúl Víver, puso a jugar en el choque de dobles al joven Roberto Quiroz, con la serie igualada a una victoria por bando. Víver, en un movimiento muy cuestionable y que a la postre hundió las aspiraciones de su país de ganar el match, reservó a Gonzalo Escobar para los sencillos del domingo, olvidando la importancia capital del encuentro del sábado. El año pasado, en sus enfrentamientos contra Venezuela y Brasil, Víver usó el binomio integrado por Emilio Gómez - Giovanni Lapentti, pero en esta ocasión, ante la ausencia de este último, debió irse con Escobar, un jugador muy superior a Quiroz, lo que se puede comprobar en el posicionamiento de ambos en los listados de la ATP. Mientras Escobar, jugador número uno del equipo sudamericano, figuraba 299 en sencillos y 418 en dobles, en el ranking mundial, Quiroz, cuarta raqueta, aparecía como 600 y 828, respectivamente. La pareja Gómez-Quiroz cayó en 4 sets ante el dueto dominicano Estrella-Hernández, dando a República Dominicana una ventaja 2-1, que preparó el escenario para que Víctor lograra al otro día el punto del triunfo. Sabiendo lo difícil que resultaría que Escobar le ganara a Estrella el domingo, Víver debió irse con su mejor carta del triunfo en el partido de dobles. Una desventaja de 1-2, entrando a la jornada final, no hay duda de que hubiera complicado notablemente el panorama para la causa quisqueyana.

A Mickey In Memorian Cuando aún no nos reponemos del tremendo golpe que supuso la muerte de Juan Nova Ramírez, falleció el pasado martes otro querido amigo y colega de la misma estirpe, el laureado cronista Mickey Mena. Conocí a Mickey a principios de los años 80, en la época de Teleantillas y coincidimos en numerosos programas y transmisiones de radio y televisión. En los últimos años, veníamos trabajando en las premiaciones del Pelotero Estrella de la Semana y Los Dominicanos Primero de la Shell. Fuimos más que compañeros de labores, pues cultivamos una amistad sincera y perdurable. Ante su irreparable pérdida, hoy quiero recordarlo, no como el ameno y acucioso comentarista de béisbol que fue o como un destacado cronista deportivo, sino como un hombre bueno y el ser humano que hizo grandes amigos por su trato cortés y afable.

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