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El “paritorio” de la tierra prometida

El Estado dominicano no ha sido capaz de contener y reducir a su mínima expresión el fl ujo torrencial de parturientas haitianas, carentes de documentos de identidad o de visas para entrar al país, que vienen a parir sus criaturas en nuestras maternidades.

Ese problema ha ido creciendo como la espuma, a pesar de las problemáticas consecuencias que pueden tener (y de hecho ya se perciben) a la hora de registrar esos nacimientos con la debida distinción de que, al ser de madres extranjeras indocumentadas, no procede considerar a sus hijos como dominicanos de pura cepa.

Se cuentan por miles estos casos, lo que indica que más que por razones humanitarias, es por la ventaja de la gratuidad de las operaciones ginecológicas ya que el Estado asume los costos, mientras los coyotes que traen a esas mujeres empaquetadas en autobuses y los cómplices que tienen en la frontera para hacerlas pasar ilegalmente, se llenan los bolsillos con este tráfi co.

Que vengan tantas parturientas al mismo tiempo, en un mismo vehículo, no es una casualidad. Es la evidencia de que hay de por medio un negocio que, además de jugoso, entraña el riesgo de contaminar nuestro registro civil, inscribiendo como ciudadanos dominicanos a miles de los hijos de esas haitianas indocumentadas, con tal de crear una cadena de benefi ciarios del derecho a la residencia y a la ciudadanía.

El presidente de la Junta Central Electoral, doctor Julio César Castaños Guzmán, se ha mostrado escandalizado con el nivel que ha adquirido el ingreso libre de miles de parturientas haitianas al país, muchas de las cuales abandonan sus criaturas para que sea el Estado dominicano el que se ocupe de adoptarlas.

Lo desigual y lo injusto es que mientras a esas madres haitianas indocumentadas se les atiende de gratis en las maternidades, a las dominicanas se les difi culta el ingreso si no tienen carnés de seguro médico.

La situación ha llegado a tal punto que los partos de esas mujeres haitianas son, numéricamente, mayores que los de las dominicanas en los registros de nuestras maternidades.

Pero aquí mucha gente con autoridad se hace de la vista gorda frente a tan monumental inequidad, una de las variables más vidriosas de la inmigración ilegal junto con la de los asentamientos de colonias haitianas en distintas partes del territorio y la cada vez más alta participación de haitianos en homicidios y delitos de todo tipo.

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