Otra tragedia

No bien el país se recuperaba de los graves daños causados por las lluvias de noviembre de 2016, mayormente en la zona del Cibao y el Norte, cuando nos abate otra tragedia casi semejante con pérdidas incalculables.

Ríos y arroyos desbordados, puentes rotos, carreteras fracturadas, parcelas cultivadas totalmente anegadas, miles de familias desplazadas de sus hogares, acueductos inutilizados, viviendas destruidas, personas desaparecidas, ilustran la magnitud de esta desgracia nacional.

Lo peor es que las lluvias, que no han cesado desde fi nales de la semana pasada, continuarán en esta, lo que presagia un agravamiento de las difi cultades.

Es enorme, así a priori, el gasto que supondrá para el gobierno, para el sector privado y para los ciudadanos afectados, en particular, el proceso de recuperación de estos daños, que toma tiempo.

Tanto es así que todavía hay instituciones del gobierno concentradas en las tareas de reconstrucción de puentes y carreteras de la pasada devastación de octubre-noviembre del año pasado, sin haber fi nalizado satisfactoriamente todos sus compromisos.

Esta carga de inesperados factores de destrucción es culpa, únicamente, de la naturaleza, contra la cual nada podemos hacer.

Lo que se corresponde, bajo este cuadro de tragedia, es que las instituciones gubernamentales, los ciudadanos, las asociaciones de productores y comerciantes trabajen unidos en la recuperación, y que de los fondos nacionales se destinen las partidas necesarias para rehabilitar vías destruidas o puentes averiados, campos de cultivos, asistencia a damnificados, sin pérdida de tiempo ni retrasos burocráticos.