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EDITORIAL

Una fuente de impunidades

De nada vale luchar contra la corrupción si al fi nal la impunidad se burla de ella.

Y la impunidad tiene aquí más atajos y salidas que las estimulan que las mismas normas y leyes que existen para cerrar el paso a las maniobras fraudulentas que se emplean al succionar ilegalmente el erario.

Una de las principales fuentes de la impunidad se engendra en el mismo seno del sistema judicial que está llamado a penalizar la corrupción y cualquier otra forma de crimen contra el Estado o la sociedad.

El amplio umbral de indulgencias y de facilidades que ofrece el Código Procesal Penal, por ejemplo, ha caído como anillo al dedo a muchos delincuentes para evadir cárcel y otras penas y retardar la entrada al fondo de sus juicios.

Más de veinte opciones están a la mano de los abogados defensores para esquivar el envío a prisión de los imputados o para sacarlos de la prisión antes de cumplirse el tiempo de sus penas.

Forman parte de las llamadas garantías procesales del Código que algunos especialistas entienden no deben ser tan amplias, ya que la experiencia de diez años de aplicación demuestran que muchos de los benefi ciarios reinciden en sus delitos.

Por esa y otras razones, se impone que avancemos más en un proceso para modifi car esas normas indulgentes que han favorecido a delincuentes reincidentes o a muchos que se inician en cualquier escenario de la delincuencia.

No tiene sentido que el ministerio público y las fuerzas del orden se esmeren en combatir la delincuencia y en presentar el máximo de las pruebas, si se mantienen vigentes estas vías que los imputados usan para eludir los rigores de las penas que les caben.

Hay entonces un alto margen para las triquiñuelas e incidentes que caracterizan los procesos judiciales y que desalientan a la sociedad cuando la gente ve que el homicida de hoy puede andar mañana por las calles, enteramente libres, como si se burlaran del sistema.

Ese código hay que revisarlo y adecuarlo a los imperativos para endurecer las penas y limitar las salidas de escape que hasta ahora tienen los delincuentes, lo que crea la sensación de que la impunidad campea por sus fueros.

Y naturalmente, para hacer más expeditos los juicios y superar la necia y vergonzosa práctica de reenviar y reenviar la celebración de juicios que, a la larga, no es más que una forma legal de fomentar y facilitar la impunidad de los delincuentes.

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