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Una disciplina blandengue

En todo esfuerzo por mejorar la calidad de la enseñanza no puede quedar al margen un aspecto crucial que hoy está en crisis: la disciplina del estudiantado.

Innumerables conflictos que abarcan irrespetos al maestro y a las normas internas han drenado la autoridad escolar, lo que afecta el proceso integral que procura elevar la capacidad de los docentes, el modelo de enseñanza en la modernidad y la propia seguridad interna de nuestros centros educativos.

La influencia delictiva ha permeado el mundo escolar y esa es la causa por la cual hay muchos estudiantes, de distintas edades, que han tenido conflictos con la ley, y que, al amparo del Código del Menor, gozan del privilegio de no ser excluidos ni rechazados en las escuelas.

En el magisterio nacional se conoce de esta situación, pero los maestros se han cruzado de brazos y no se atreven a enfrentar esta realidad, temerosos de las represalias de sus propios alumnos o de las pandillas a las cuales pertenecen.

En la medida en que se generalizan los actos de irrespeto a una disciplina blandengue, en crisis, ninguna motivación tendrían los maestros para esforzarse en el mejoramiento de sus estándares de enseñanza si muchos de los alumnos incumplen sus tareas, se mofan del educador y alborotan el ambiente del aula sin que existan sanciones ejemplares.

Está prohibido, al parecer, aplicar el rigor de las normas disciplinarias, inclusive aquellas que ayudarían a prevenir la presencia de estos jóvenes en conflicto con la ley que son, justamente, los que el crimen organizado, las pandillas y los sicarios buscan y adiestran para perpetrar fechorías, a sabiendas de que las leyes son indulgentes frente a ellos.

Tomándole el pulso a una realidad que pocos se atreven a descubrir y denunciar, LISTÍN DIARIO propuso que se elaborara un sistema de información, llámese ficha o carné, que permita identificar a los estudiantes en conflicto con la ley, a fin de tomar las previsiones de lugar y proceder a incluirlos en programas de reeducación, siempre que estén en esa voluntad y no en rebeldía.

Porque verdaderamente duele que un alumno le dé una bofetada a una maestra, en plena clase, y nada pase.

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