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Les cierran las puertas

En una muestra de la hipocresía con que manejan el tema migratorio, ahora varias naciones están cerrando sus puertas o expulsando a los haitianos ilegales de sus territorios, sin temor a que les llamen xenófobos o violadores de los derechos de esos inmigrantes.

Inclusive, varios estados miembros del Caricom, la entidad que llevó la voz cantante en distintos foros para denunciar y desprestigiar a la República Dominicana por su política de migración, han sido los que más fuertes han dado el portazo, sin importarles mucho lo que otros digan.

Si no fuese porque en el pasado se abanderaron a la causa perversa de echar lodo sobre nuestro país, no cabrían las quejas o denuncias por lo que están haciendo ahora con esos inmigrantes ilegales: exigirles contar con visado formal, para lo cual establecen requisitos que evidencian que se las ponen difícil a los interesados.

El visado es un instrumento válido e infaltable en toda política migratoria. El exigirlo no tendría nada de injusto. Lo que ocurre es que, en el contexto en que se producen estos rechazos y reacciones duras contra los haitianos, ponen de relieve que no son muy dados a las indulgencias y los “gestos humanitarios”, así como la falsía de que son “amigos de Haití”.

Ese eslogan solo sirvió para cohesionar un frente o coalición que presionaba a República Dominicana para que aceptara en su suelo a millares de refugiados haitianos, sin papeles, los regularizara, les ofreciera en gratuidad los servicios de salud y educación, y abriera la frontera de par en par, lo que no hicieron, ni hacen ni harán aquellos países “amigos de Haití”, que hoy expulsan inmisericordemente a los refugiados de ese país.

Pese a lo masivas que han sido las deportaciones en las últimas semanas, ninguna otra nación se ha atrevido a cuestionar esa política, porque cae dentro del ámbito de las potestades soberanas, un ámbito que aquellos hacen valer, pero que jamás le reconocieron a República Dominicana.

Lo que prueba que, en esa materia, el país tipificado de racista, de xenófobo, de genocida promotor de la apatridia, de violador de derechos humanos de los haitianos, ha sido el más consecuente, el más tolerante e indulgente que los que lo criticaron y condenaron, entre ellos Haití, el más ingrato y desconfiable de todos.

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