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Juegos peligrosos

Uno de los fenómenos que más preocupa, en las sociedades modernas, es el de las implicaciones psicológicas y conductuales que tienen los videojuegos de violencia o discriminación entre niños y adolescentes.

La adicción a juegos de esta naturaleza ha sido la causa de muchas acciones violentas y criminales entre los usuarios más fiebruses, y de ahí la inquietud que tienen los psiquiatras, psicólogos o profesionales de la conducta humana ante el auge que ha tomado.

El mercado dominicano, en particular, está saturado de esos videojuegos que aunque se venden o se alquilan con restricciones de uso para los menores de edad, estos siempre se las ingenian para operarlos y hacerse adictos por vía de amigos o familiares de su misma edad.

Hace pocas semanas, LISTÍN DIARIO publicó una serie de reportajes en los que reveló que niños y adolescentes se han fanatizado con estos juegos, descuidando sus estudios, encerrándose muchas horas en sus habitaciones, rehuyéndole a toda socialización, y todo ese cuadro de raros comportamientos que los puede conducir a penosas consecuencias.

Ahora que se ha desatado en el mundo una extraordinaria aficción al Pokemón-go, que ha cautivado especialmente a los adolescentes “millenials”, las preocupaciones de los especialistas de la conducta se multiplican, porque creen que esto puede desatar el mismo síndrome y algo más.

De hecho, ya comienzan a conocerse las historias de accidentes, percances y situaciones de peligro para la integridad física de los aficionados al Pokemón-go, un juego que apenas tiene un mes disponible en algunos mercados pero que la tecnología ha permitido casi globalizar.

Por eso, y con tiempo, las autoridades dominicanas, las de educación y la Policía, dicen que se están preparando para afrontar las implicaciones de esta epidemia. Lo que se teme es que los universitarios o los escolares de grados menores caigan en las garras de esa adicción y se desinteresen en sus estudios, o que corran peligros de atracos y abusos por parte de los delincuentes en las calles y otros lugares públicos.

En lo que este síndrome proyecta sus primeras manifestaciones, aquí tenemos que poner ojo avizor sobre el creciente mercado de los videojuegos violentos y fomentadores de la discriminación, para mantenerlo bajo control, por la propia sanidad mental de nuestros niños y adolescentes.

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