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Un mundo estremecido que no sabe adónde va

Inesperados sucesos que se manifiestan en tragedias, actos de terror y barbarie, en emergencias humanas y rupturas de esquemas de integración económica y política, más las catastrofes que destruyen y alteran nuestro sistemas ambientales, están estremeciendo al mundo de hoy.

Uno tras otro, esos episodios han ido fragmentando cimientos básicos de la humanidad y forman un telón de brumosos presagios y premoniciones sobre nuestro futuro.

El terrorismo, en sus variopintas modalidades, es la fuerza motriz destructiva que los hombres, desde sus atalayas religiosas, políticas o económicas, están utilizando para tratar de imponer sus propias culturas, conductas y formas de vida, en la arrebatadora codicia por el poder.

Parecería estarse dando una auténtica confrontación entre civilizaciones, la que fomenta orden, progreso y libertad, y la que le opone la barbarie, la fuerza, la sinrazón y la violencia, luchando por la supremacía y el control de la humanidad y de sus bienes.

Niza, en Francia, ha sido el más reciente escenario de las masacres que los terroristas yihadistas islámicos provocan en cadena en todo el mundo para desestabilizarlo, lo que ha llevado a muchas naciones afectadas por estos ataques a responder con la Ley del Talión, en un trueque de guerra por guerra, que trae más luto, más horror, más inseguridad y más dudas sobre una humanidad que busca la paz inalcanzable.

La génesis de la destrucción y el quiebre de los modelos de vida está en la familia misma, la primera víctima. A partir de su progresiva fragmentación sobrevienen generaciones sin ataduras ni frenos morales que desafían toda sujeción a las reglas elementales de la coexistencia, que adulteran el proyecto creativo de Dios distorsionando los roles y las responsabilidades de la especie humana en la Tierra, y que atentan contra la vida del planeta provocando el peligro de una extinción mayor.

Mientras el hambre, la pobreza y la guerra empujan a millares de hombres y mujeres a deambular por muchas latitudes o a subsistir en medio de las más terribles privaciones que afectan su salud, su alimentación, su educación y su seguridad, mientras llegan los cataclismos y los cambios climáticos, las naciones y sus líderes parecen marchar desorientadas o no muy seguras por unos senderos todavía más inciertos e impredecibles.

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