El amparo se abre paso

Uno de los avances institucionales que ha tenido el país, pero que muchos no lo visibilizan en su real dimensión, es el que concierne a la apertura de numerosas vías que tienen los ciudadanos para canalizar sus quejas cuando sienten que sus derechos son abusados o vulnerados.

Una bien estructurada red de oficinas o defensorías existen ya para atender reclamos de los ciudadanos en su relación con las empresas de energía eléctrica y telefónicas, con las empresas o negocios que suplen artículos de consumo ordinario, con las instituciones llamadas a brindar y garantizar servicios públicos y con las instancias judiciales en casos de conflictos o derechos atropellados.

Una de las herramientas que mayor uso está generando, dentro de este contexto de facilidades, es el recurso de amparo al que pueden recurrir todos los ciudadanos cuando entienden que sus derechos fundamentales están desprotegidos o amenazados.

Desde el 2010 estas acciones de amparo tienen rango constitucional. Y desde entonces, más de 6,300 recursos se han interpuesto ante tribunales de distintos niveles, para situaciones de diversa índole.

Por ejemplo, un ciudadano usó el recurso para que le devolvieran un motor, otro para conseguir una pensión del Estado que se le regateaba, muchos militares o policías retirados para lograr sus reingresos, agricultores para que les devuelvan parcelas y así por el estilo.

En cuanto a las defensorías, la del Pueblo, por ejemplo, ha manejado miles de quejas de ciudadanos porque no les llega el agua a la casa o al vecindario, por el pésimo estado de los alcantarillados, por ruidos en las calles, por demanda de arreglos o nuevas obras, en fin, por todo lo que el ciudadano siente que le afecta en su vida o en el desempeño de sus actividades.

También existen entidades que se ocupan de mediar para resolver conflictos entre familiares y vecinos, asi como entre parejas. Gracias a esas mediaciones se han resuelto muchos sin que la sangre llegue al río.

Lo importante para una sociedad es que estos mecanismos cumplan su función, ya que mediante ellos se abren espacios para dirimir pacíficamente los conflictos, sin necesidad de recurrir a la fuerza o a la violencia. Y eso es, en realidad, una excelente siembra de paz para la convivencia social.