Del “ghetto” a La Nueva Barquita
No es sólo un cambio de hábitat, sino una radical transformación del modelo de vida lo que experimentarán desde hoy --y de manera gradual hasta octubre-- las miles de familias que vivían hacinadas en los cinturones de miseria del sector La Barquita y que desde hoy pasarán a estrenar una confortable miniciudad que les ha construido el Gobierno.
Nace, así, La Nueva Barquita, un modelo residencial para personas pobres que vivirán de manera más digna, higiénica y organizada en edificios de apartamentos que nada tienen que envidiar a los que se ofertan a personas de clase media hacia arriba.
Distinto a como ocurría en los entornos de casuchas maltrechas, callejones polvorientos, basurales y riesgos de inundaciones cada vez que llovía copiosamente o que las aguas del río Ozama se desbordaban, el nuevo residencial dispone de escuelas, centro tecnológico, anfiteatro, plaza, iglesia, áreas deportivas y play de béisbol, así como como un centro de atención primaria de la salud.
Es un cambio del cielo a la tierra que implicará, para las familias desalojadas de la vieja Barquita y trasladadas al nuevo hábitat, el acceso a un ambiente en el que sus necesidades básicas para la salud, la educación, la recreación y sobre todo la seguridad ciudadana, están garantizadas.
Correcta visión tuvo el presidente Danilo Medina al concebir una gruesa inversión del Estado de 4 mil millones de pesos para redimir socialmente a más de 1,700 familias paupérrimas que formaban parte de los bolsones de pobreza que todavía existen en la periferia del Gran Santo Domingo.
Pocos han sido los modelos semejantes diseñados para transformar integralmente las condiciones socioeconómicas de un “ghetto” como La Barquita. En el pasado se hicieron los del Hoyo de Chulín, Las Caobas (para mudar a los residentes de La Ciénega), los de Los Mameyes, Los Alcarrizos y recientemente Boca del Cachón, para reubicar a familias que perdieron sus tierras por la crecida del lago Enriquillo.
De modo que esta es la solución que debe priorizarse ante la enorme comunidad de pobres y desamparados que tenemos en nuestro país, a los que nunca llegan ni siquiera las migajas de la riqueza nacional.
Al gobierno del presidente Medina hay que reconocerle este grandioso mérito. Y alentarlo a que lo repita en otras latitudes donde hay demasiadas barquitas en naufragio.