Apostemos a la medicina preventiva

Hasta ahora, el sistema de salud que ha prevalecido en el país es el de remediar, es decir, el de tratar de curar enfermedades o paliar sus síntomas, a veces muy tarde, no el de prevenirlas.

Ese modelo tiene que cambiarse.

La vía que han tomado otros países de excelentes y funcionales sistemas de seguridad social ha sido la de la prevención, y para eso han creado grandes redes de servicios de atención primaria.

A esos centros, estratégicamente situados en el corazón de grandes vecindarios, acude la gente de un sector a chequearse sus estados de salud, a procurar diagnósticos y los tratamientos que requieren, en fase inicial, tanto con terapias o medicinas.

Si la condición de salud de esos ciudadanos requiere de un cuidado del médico especialista, entonces desde esos centros los refieren al hospital que se ocupa de esas patologías específicas, para un tratamiento más a fondo.

Como aquí escasean esos servicios, a pesar de que la ley de la seguridad social ordenó implantarlos desde que entró en vigencia hace varios años, la oferta es todavía escasa.

Eso explica que al no contar con centros de atención primaria que diagnostique o trate algunas emergencias, los ciudadanos se vean forzados a buscar remedios en los hospitales cuando la enfermedad progresa, y de ahí la desmesurada presión que ejercen sobre las salas de emergencia de los hospitales o clínicas especializadas.

Esas salas han entrado en colapso, creando una verdadera emergencia nacional para actuar pronto en la instauración del modelo preventivo, no propiamente en el curativo, y esto solo se logra impulsando la apertura de más centros de atención primaria públicos y privados a todo lo largo y ancho de nuestra geografía.

Esa es la prioridad. No nos perdamos en eso.