La seguridad del espacio aéreo

Dos recientes episodios con naves aéreas volando en espacios restringidos de nuestro país suscitan legítima preocupación en la ciudadanía, que se pregunta hasta qué punto hay brechas en el sistema de seguridad que permite estas ocurrencias.

Uno fue el sobrevuelo de una avioneta sobre la cúpula del Palacio Nacional que regó volantes propagandísticos de un candidato a la senaduría de la capital, y otro ocurrió este jueves, cuando el piloto de un avión comercial venezolano aterrizó en una de las pistas del aeropuerto militar de San Isidro, sin permiso.

En ambos casos no hubo consecuencias. Pero pudieron terminar de mala manera.

Como este no es un país que está en guerra ni afectado por el terrorismo, la opción de derribar la avioneta que sobrevoló Palacio no fue considerada.

Y tal vez lo mismo ocurrió con el avión de la línea comercial Aserca, de Venezuela, cuyo piloto ignoró las advertencias de la torre de control del aeropuerto Las Américas, de que estaba equivocando la pista para el aterrizaje.

No obstante, estos son episodios insólitos, inesperados, que ponen a prueba los sistemas de vigilancia y control del espacio aéreo en un país que, año tras año, ha sido positivamente considerado como uno de los más seguros de América Latina gracias a la infraestructura tecnológica y humana del Instituto de Aviación Civil (IDAC).

A partir de estas experiencias, lo lógico es que se sometan los casos a un exhaustivo estudio para establecer dónde estuvieron las fallas de vigilancia, en el caso del Palacio Nacional, y cómo no pudo evitarse que el piloto del avión venezolano aterrizara en una base militar donde aparentemente nadie sabía que el aparato se dirigía hacia allí.

Por fortuna, no se trataba de naves controladas por terroristas para provocar bombardeos o ataques. Pero la sola incursión en un espacio restringido, donde todo puede pasar si las autoridades se atienen a las reglas de seguridad, es un hecho que nunca debemos de ver como fortuito o sin malicias.

En un país latinoamericano se decía que allí nada pasaba... hasta que pasaba.