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Venezuela, una mediación crucial

Tres exjefes de Estado, incluyendo el dominicano Leonel Fernández, han asumido por mandato de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), la difícil tarea de sacar a flote a Venezuela de la crisis política y económica que hoy estremece sus cimientos institucionales y la coloca al borde del colapso.

No se trata de lanzarle un salvavidas al cuestionado gobierno del presidente Nicolás Maduro, sino de desviar al país del derrotero trágico en que se encuentra, con una economía en alta inflación, desabastecimiento de comida, medicinas y productos de primera necesidad, y un choque institucional que enfrenta al Parlamento con el Poder Ejecutivo.

La misión de estos tres expresidentes consiste, en primer lugar, en diseñar un plan de emergencia económica para recomponer el sistema cambiario, uno de los principales factores de la desestabilización que impide a los sectores productivos traer del exterior insumos o materias primas o cualquier otro componente importado.

Un paso de esta naturaleza implicaría cambiar el modelo económico fracasado y facilitar un mejoramiento en la calidad de vida de los venezolanos, pero para poder impulsar reformas de este tipo también se precisa que el liderazgo opositor participe y apruebe el diseño de un plan de ruta hacia la normalización del país.

Más allá de los choques políticos que hoy se verifican en Venezuela, lo más crucial es sacar al pueblo de su agravado estado de desabastecimiento, y de ahí que resulte una iniciativa oportuna la que acaba de anunciar el gobierno español de que promoverá con otros países un plan de ayuda humanitaria con estos fines.

La oposición y el gobierno están listas para sentarse juntos en la mesa de las negociaciones, luego de las reuniones separadas que los expresidentes Leonel Fernández, de República Dominicana, Martín Torrijos, de Panamá, y José Luis Rodríguez Zapatero, de España, bajo la orientación del presidente del UNASUR, el expresidente colombiano Ernesto Samper, han sostenido con las partes en su gestión mediadora.

Así como Cuba y Estados Unidos lograron poner fin a más de medio siglo de distanciamiento y enemistad, y así como el gobierno de Colombia ha llegado al compromiso de paz con las guerrillas más antiguas del continente, así existen esperanzas de que la misión de UNASUR pueda pavimentar el camino para la salvación de Venezuela, no exactamente para la salvación misma de su controvertido presidente Maduro, haciendo reflotar su economía y, desde luego, los valores del sistema democrático muy vapuleados en la era del chavismo.

El diálogo es crucial e inevitable. Y esto parece que ya ha sido entendido por las partes enfrentadas. Lo único que falta es que los actores principales se sienten en la mesa, junto a los mediadores, y pongan su mira en el objetivo de salvar a Venezuela.

Esto puede ocurrir más temprano que tarde.

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