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Recuperemos la cordura

El sesgo violento que han tomado en las últimas horas las demandas de distintos candidatos para que se cuenten uno a uno los votos emitidos por la ciudadanía en las elecciones del domingo es preocupante.

Tiroteos, quemas de neumáticos, riñas y tumultos alrededor de los locales de juntas electorales municipales han perturbado el trabajo de contabilizar y oficializar los cómputos, creando una fuerte presión sobre los funcionarios que tuvieron a su cargo las mesas de votación en distintos colegios electorales.

Este desasosiego ha volatilizado la paz y el orden en varias comunidades porque muchos de los candidatos aparecen encabezando los grupos que han escenificado los actos de violencia y de agitación, aunque se hagan en nombre de un derecho legítimo a reclamar a las autoridades electorales un reconteo de votos, de manera transparente, porque dudan de la autenticidad de las actas levantadas en cada uno de los colegios electorales.

Este inesperado desborde de pasiones se produce frente a unos exhaustos miembros de las mesas electorales que después de trabajar desde las 6:00 de la mañana del domingo tuvieron que mantenerse en sus puestos hasta la madrugada del lunes, intentando completar el trabajo.

Porque resulta que ante el acuerdo adoptado por la Junta Central Electoral y los partidos políticos para contabilizar el cien por ciento de los votos de manera manual y electrónica, no era posible que los 16 mil colegios electorales pudieran en pocas horas completar la revisión, uno a uno, de más de cuatro millones de boletas.

Lo que siguió a ese lento proceso fue terrible: seis personas murieron en medio de los incidentes originados alrededor de las juntas electorales, siguen los jaqueos de grupos agresivos y vociferantes en esos sitios, algunos candidatos presidenciales denuncian maniobras fraudulentas y, de repente, el país parece haber entrado en una atmósfera que cada hora y día se torna brumosa.

El liderazgo político, social, empresarial, religioso, debe unirse en el esfuerzo de contener estos desmanes y de propiciar la recuperación de la cordura y la civilidad.

Sí, esa misma civilidad con que millones de dominicanos acudieron en orden y con ilusiones a la cita democrática del pasado domingo para robustecer los logros de una nación que aspira a vivir en paz y en democracia, no para elegir el camino de la violencia y la incertidumbre, la irracionalidad y el desorden, que sólo se incuban en ambientes de sublevación y de turbamultas como los que estamos viendo hoy, con profunda lástima.

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