La “revolución” se fue de paseo
Un país desabastecido de productos de primera necesidad, sin energía ni agua suficientes, con inflación por las nubes y una libertad de prensa a la que apenas le queda un soplo, describen hoy el resultado de la “revolución bolivariana” de Venezuela.
Resulta inimaginable que predomine una situación así en una nación de tantas riquezas naturales que no ha sido sometida a ningún bloqueo como el de Cuba o a un aislamiento internacional que impida que fluyan hasta ella los alimentos, las medicinas y otros elementos necesarios para la subsistencia humana.
El éxodo de venezolanos se incrementa y aquí recibimos centenares cada día que llegan a retirar dólares de cajeros automáticos o a comprar medicinas y artículos comestibles porque la escasez ha llegado a su clímax.
Las llamadas internacionales son privativas para la mayoría de los usuarios de telefónicas, los vuelos de aerolíneas se han reducido porque el régimen para la adquisición de divisas es una retranca, el papel y los insumos para los diarios no se consiguen fácilmente y la prensa agoniza en muerte lenta.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro ha dispuesto reducir a cuatro días la semana laboral y ayer ordenó un fuerte racionamiento de la energía eléctrica, señales de que la crisis se ha profundizado y que la “revolución bolivariana” pierde sus encantos iniciales porque ha llegado el tiempo de las vacas flacas donde hasta un desodorante adquiere connotación de esencial al punto de que en las calles se cobra a quien quiera untarse un poquito.
La crisis luce ser tan severa que ni siquiera un famoso “pajarito” que solía ser el portador de las buenas noticias que llegaban del más allá ha sido visto en sobrevuelo por Miraflores, acaso porque teme que a alguien se le ocurra cazarlo para no seguir pasando más hambre.