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Que se imponga el carril de los autobuses

¿Qué razones prácticas, o técnicas, impiden restablecer el carril para autobuses y minibuses en nuestras vías públicas, tal como se estila en la mayoría de las urbes latinoamericanas?

El hecho de no tener ese carril especializado es causa, preponderante, del caos del tránsito en la capital, agravado, naturalmente, por otros factores que tienen sus raíces en el generalizado incumplimiento de la ley.

En los últimos meses, y como resultado de la alta densidad de vehículos en circulación, los entaponamientos se han convertido en escenas cotidianas, a cualquier hora del día y hasta en las primeras de la noche.

Los autobuses públicos, en su mayoría manejados por conductores imprudentes, prepotentes y, obviamente, mal educados, se meten en cualquier carril o en cualquier calle que les sirva de atajo, aunque esté fuera de su ruta oficial, y convierten el flujo vehicular en un verdadero pandemonium.

No hay autoridad que ponga coto a estos desmanes. En este caso, la autoridad parece haber renunciado a su deber.

Así como hemos visto la colocación de muros en algunas avenidas, para evitar justamente que en las de doble vía los conductores se salgan de sus carriles para fluir por la contraria, lo que a menudo era fuente de fastidiosos tapones y reyertas entre conductores, así debería contemplarse la delimitación de los carriles de autobuses y minibuses, para paliar en alguna medida el desorden.

¿Es, acaso, difícil, complejo o imposible hacer esto en aras de mejorar el tránsito cada vez traumático y desordenado en nuestra capital?

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