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EDITORIAL

Almagro las tiene contra nosotros

El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, está obstinado en clavar banderillas al corazón de la constitucionalidad Dominicana con las presiones que está ejerciendo directamente para impedir que el país aplique sus leyes migratorias.

Primero excedió sus límites al recomendar el cese inmediato de las repatriaciones de ilegales haitianos y ahora quiere que también se detengan las de carácter voluntario, en el presunto ánimo de reunir a los dos países para que acuerden un protocolo de repatriaciones, pero con varias condicionantes.

El exceso radica en querer trazar pautas a dos naciones, pero favoreciendo a una y alentando el desconocimiento de la Constitucion y la ley migratoria de la otra parte, lo que equivale a un intento de amarrar un brazo a uno de los contendientes para neutralizarlo.

Y lo hace mientras una misión especial enviada por él a República Dominicana y Haití trabaja para rendir su informe correspondiente. Es decir, se le adelanta a la misión y le da la pauta de lo que deben proponer, que es lo que el particularmente desea y busca.

Como ya ha asumido una posición parcializada y sesgada, repetidamente, su próximo paso será fabricar un “consenso hemisférico” para que si una de las partes no acude a un diálogo bilateral, sobre las bases y condiciones que ya el ha trazado, sea un órgano superior de la OEA el que valide la orden de imponer un “acuerdo duradero” de inapelable y obligatorio cumplimiento.

Lo que se pretende es colocar al país en un callejón sin salida para forzarlo a desistir de aplicar sus medidas migratorias, bajo el supuesto de que ellas pueden conllevar atropellos a los derechos humanos y, fi nalmente, desatar una crisis humanitaria en Haití.

El señor Almagro ha llegado al colmo de sugerir que en una sola isla solo cabe un país, desconociendo que la propia OEA reconoce a Haití y República Dominicana como miembros individuales de plenos derechos en su seno, no como dos mellizos que comparten un mismo territorio.

El secretario de la OEA está jugando mal su presunto papel de mediador o componedor, porque sus decisiones y acciones, aderezadas con estas estupideces, pasan por alto principios cardinales de la Carta de la OEA en lo que respecta al derecho soberano que tienen sus miembros de legislar conforme a los intereses nacionales y colectivos, que es justamente lo que hemos hecho nosotros en materia migratoria.

El afán injerencista esta cada vez más claro y es preciso que el gobierno y la sociedad dominicana preparen todos sus escenarios para librar de nuevo otra batalla decisiva en la defensa de la soberanía y la Constitución.

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