¡Bravo, Presidente!
El presidente Danilo Medina ha levantado en alto el orgullo nacional dominicano con su valiente discurso en la Cumbre del Sistema de Integración Centroamericana, defendiendo la soberanía del país y denunciando el chantaje y la campaña sucia que se ha montado alrededor de la reforma migratoria.
Era el discurso que toda la nación esperaba ante los sistemáticos ataques, fundados en distorsiones y mentiras, de aquellos organismos, dirigentes y grupos que durante muchos meses han trabajado para sabotear la aplicación de las nuevas leyes migratorias y el rigor de los procesos de naturalización de extranjeros.
El Presidente hizo valer el derecho a la autodeterminación que tiene el país para darse, legalmente, el andamiaje jurídico que soporta su nuevo esquema migratorio, diciendo que la soberanía no se cambia “ni por un turista más, ni por un centavo más de inversión”.
Medina ha comparecido ante la cumbre del SICA en Guatemala como un soldado aguerrido que defi ende una causa en un escenario de lluvia de tiros por todos lados; es decir, bajo el fuego graneado de las falacias, las distorsiones y las injustifi cadas acusaciones contra el país, acusándolo de racista y violador de derechos humanos.
Desmontó el Presidente, con cifras incuestionables a la mano, la gran mentira de que con el nuevo esquema migratorio condenamos a millares de ciudadanos a la apatridia, así como las afrentosas denuncias del gobierno de Haití y de unos “amigos” que nada han hecho por sacarlo de la pobreza, de que aquí se promueven “deportaciones masivas” que habrían creado “una crisis humanitaria” monumental en el vecino Estado.
Este menú de mentiras es el que ha servido en el escenario local e internacional para denostar y presionar a la República Dominicana para que ignore o mediatice el cumplimiento del mandato constitucional y las leyes sobre la materia.
Y pieza a pieza, el presidente Medina ha desmantelado la malévola urdimbre y ha dado al mundo las seguridades de que, en esa como en otras materias, el país no incurrirá en abusos o desconocimiento de los derechos humanos ni las leyes internacionales.
¡Bravo, Presidente! Por esta magistral defensa de la soberanía, y por erigirse en un verdadero intérprete de los sentimientos nacionalistas más arraigados en el corazón de un pueblo asediado por esta campaña sucia y por los vulgares chantajes de nuestros enemigos.