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ENFOQUE (1 de2)

¿Saldrá Donald Trump del poder antes de cumplir su período?

La respuesta del Partido Demócrata a la hecatombe política ha sido la continua obstrucción de las iniciativas de Trump.

Presidente. Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América.

Presidente. Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América.

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Ruddy Santana | Especial para LISTÍN DIARIOSanto Domingo

La derrota de Hillary Clinton en las pasadas elecciones presidenciales de los EE.UU. constituyó un cataclismo político colosal para el Partido Demócrata del cual no ha podido recuperarse. Perdieron la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y una importantísima nominación de un juez a la Suprema Corte de Justicia.

Además, los demócratas han sido diezmados en los cuerpos legislativos estatales, en los cuáles han perdido casi mil representaciones en los últimos nueve años y 33 estados de los 50 tienen gobernadores republicanos. Como dijo Bernie Sanders el pasado sábado 10 de junio, “Hoy en casi la mitad de los estados del país el partido Demócrata no tiene ninguna influencia política”, agregando, “Si esto no es un fracaso, si esto no es un modelo fracasado, yo no sé lo que quiere decir fracasar”. La respuesta del Partido Demócrata a esta hecatombe política ha sido, primero, la continua obstrucción de todas la iniciativas del gobierno de Trump (algo que ha devenido habitual en ambos partidos cuando son oposición) y segundo, la búsqueda obsesiva de un juicio político (impeachment) del presidente con la finalidad de sacarlo del poder antes de cumplir su mandato. Para avanzar el segundo objetivo, los demócratas han tenido dos aliados (además de los enemigos republicanos de Trump). La prensa tradicional, en especial los diarios New York Times y Washington Post, y las cadenas de televisión CNN, ABC, NBC y CBS, y por el otro lado, individuos pertenecientes a los servicios de inteligencia (CIA, FBI, National Security Agency, etcétera.), parte de lo que algunos han bautizado el Gobierno en la Sombra o Estado Profundo (Deep State).

La prensa tradicional, con excepción de Fox Channel, ha sostenido una campaña visceral contra Trump, como lo demuestra el estudio “La Cobertura Noticiosa de Donald Trump en Los Primeros 100 Días” realizado por el profesor Thomas E. Patterson de la universidad de Harvard. En él se muestra que, en promedio, la cobertura de la prensa tradicional del gobierno de Trump ha sido 80% negativa, un sesgo enorme al compararlo con la cobertura negativa para Bill Clinton (60%), George W. Bush (57%) y Barack Obama (41%). La situación es aún peor cuando miramos medios específicos. Así, la cobertura negativa del gobierno de Trump alcanza 93% en CNN, 93% en NBC, 91% en CBS, 87% en el New York Times, 83% en el Washington Post y 70% en el Wall Street Journal. Solo Fox muestra cierto equilibrio con 52% negativa y 48% positiva.

El Estado Profundo se ha fortalecido en las agencias de inteligencia en los años recientes debido a dos razones. Primero, la increíble expansión que vivieron los aparatos de seguridad e inteligencia a partir del 11 de septiembre de 2001, tanto en lo relativo al incremento de los recursos destinados a financiarlos, como en lo tocante al ensanchamiento de su área de acción debido al cambio favorable del marco legal que les regía. El extraordinario avance que han hecho los aparatos de inteligencia en el control y vigilancia de la población ha sido expuesto por los documentos publicados por Wikileaks y Edward Snowden. Segundo, en la medida que la confrontación entre demócratas y republicanos ha ido alcanzando una intensidad cada vez mayor, la utilización de los aparatos de inteligencia en la lucha política ha ido en aumento; en consecuencia, una creciente cuota de poder ha sido trasladada a estos últimos, la cual es utilizada por los individuos encumbrados en estas instituciones a fin de operar con mayor independencia del control civil y favorecer los políticos de su preferencia y/o manipularlos a conveniencia. Los manejos del recién despedido jefe del FBI, James Comey, son un ejemplo claro de esto último.

El arma que más ha utilizado hasta ahora el Estado Profundo contra Trump ha sido la filtración de información confidencial dañina para su administración, tal como hizo James Comey al dar a conocer al New York Times información contenida en los memorándums que había redactado, cuando era jefe del FBI, sobre sus reuniones con Trump, acción que tuvo por objetivo forzar el nombramiento de un consejero especial para la investigación de la interferencia rusa en las elecciones. Comey tuvo éxito en esto y Robert Mueller III (ex jefe del FBI y gran amigo de Comey) fue nombrado consejero especial por el Departamento de Justicia para proseguir con la investigación.

La historia de la injerencia rusa ¿Cómo se inicia el proceso que ha inducido investigaciones en el FBI y en las dos cámaras del Congreso sobre la injerencia de Rusia en las elecciones? Sin mostrar evidencias y negándose a dar acceso a sus servidores al FBI y al Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security) a fin de confirmar su denuncia, el partido Demócrata acusó a Rusia de haber penetrado los servidores del Comité Nacional Demócrata y de la campaña de Hillary Clinton y haber extraído de ellos los documentos que publicara Wikileaks, los cuales, además de evidenciar cuantiosas trampas hechas contra Bernie Sanders (el opositor de Hillary en el partido Demócrata) contenían numerosas informaciones que parecían corroborar uno de los ataques que Trump utilizara contra Hillary, consistente en caracterizarla como una persona mentirosa, dispuesta a utilizar el poder para su beneficio personal y cuya palabra no merecía confianza (Crooked Hillary).

Este ataque de Trump a Hillary, su aparente confirmación por la documentación revelada y la investigación que el FBI realizaba sobre el manejo imprudente que ella hizo de los correos electrónicos cuando fue Secretaria de Estado, se convirtieron en una tormenta perfecta que mantuvo en ascuas la candidatura de Hillary en toda la campaña.

Aunque la investigación del FBI sobre los correos y las revelaciones de Wikileaks contribuyeron a la derrota de Hillary, estos factores no fueron los decisivos, pero constituyeron las excusas perfectas para justificar a posteriori una increíble e imprevista derrota y para echar las bases de una acusación contra Trump y su campaña orientada a deslegitimar su gobierno y dificultar la implementación de su agenda.

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