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INDUSTRIA

Economía y elecciones en Francia

El pasado domingo 23 de abril Francia celebró la primera vuelta de sus elecciones presidenciales, la segunda vuelta tendrá lugar el 7 de mayo. Los resultados de los 5 candidatos más importantes fueron: Emmanuel Macron (En Marcha) 23.3%, Marine Le Pen (Frente Nacional) 22.5%, Jean-Luc Mélenchon (Francia Incólume) 19.24%, Francois Fillon (Republicano, antes UMP) 19.14 y Benoit Hamon (Partido Socialista) 6.34%.

Macron es un desprendimiento del Partido Socialista. Trata de proyectarse como un outsider, pero su credo político es muy similar al de Hillary Clinton, liberal, partidario de la globalización y dispuesto a implementar políticas neoliberales.

Le Pen es fuertemente nacionalista, representa la vanguardia contra la inmigración, el islamismo y la globalización. Propone celebrar un referéndum para decidir si Francia continúa en la UE. Fillon es un conservador partidario de la austeridad fiscal a lo Thatcher. Su campaña fue socavada por acusaciones de corrupción.

¿Qué dicen los resultados? Lo primero a resaltar es que los resultados muestran un rechazo amplio de los partidos tradicionales: las tres primeras posiciones correspondieron a candidatos de partidos no-tradicionales.

Macron no corresponde totalmente a esta descripción, ya que fue ministro de economía del actual gobierno y es corresponsable de su fenomenal fracaso, pero el sentimiento anti-establishment es dominante en el electorado.

Segundo, se ha ampliado el número de franceses que simpatizan con soluciones radicales a los problemas socioeconómicos del país: 41.77% votaron por ellas (Le Pen + Mélenchon). Tercero, el 61% de los franceses favorecen una mejora de la relación con Rusia (Le Pen+Melenchon+Fillon).

Es innegable la similitud de la coyuntura político-económica francesa con la que existiera en Estados Unidos (EE.UU.) al momento de sus elecciones presidenciales el pasado 8 de noviembre del 2016. Exceptuando el feminismo de Hillary, los temas de campaña dominantes son los mismos: creciente desigualdad, bajo crecimiento económico, la globalización, la inmigración y el terrorismo islámico, y como en EE.UU., alternativas extremas, tanto de derecha como de izquierda (Le Pen y Mélenchon) han calado en el electorado.

Las claves económicas Para algunos resulta extraño que propuestas anti-establishment radicales, usualmente marginales, muestren tanta fortaleza en la actual campaña electoral francesa. ¿No es Francia un país igualitario que escapó de lo peor de la crisis del 2008? El igualitarismo francés es solo un mito, como demuestran los índices económicos pertinentes.

Ciertamente, la desigualdad en Francia no alcanza los niveles de EE.UU., pero entre 1983 y 2015 el ingreso promedio del 1% y del 0.1% más rico creció 100% y 150% (descontando la inflación), mientras que el resto recibió un aumento de solo 25% (menos de 1% anual). El 1% más rico se apropió del 21% del crecimiento total, dejando 20% para el 50% más pobre.

La educación, considerada como la vía expedita y loable de movilidad social en la “sociedad del conocimiento y la innovación”, manifiesta fuertes desigualdades en Francia. Tres veces más recursos se dedican a las selectivas “Grandes Ecoles” que a los cursos universitarios a los que asiste la gente joven de origen pobre. Esta combinación de elitismo y austeridad ha generado una reducción de 10% en el gasto por estudiante entre 2007 y 2017. Además, mientras la educación primaria y secundaria francesa es financiada casi en su totalidad por los contribuyentes, las escuelas se reservan el derecho de escoger los estudiantes que les plazca, generando altos niveles de segregación.

Por otro lado, la economía francesa se contrajo en un -3% en 2012 y creció en promedio solo 1.2% entre 2013 y 2016. La tasa de desempleo es de 10.2%, generando unos 3 millones de desempleados. Entre los jóvenes (menos de 25 años) el desempleo es de 25%, uno de cada cuatro.

Como en los EE.UU., el repudio a la globalización en Francia tiene su justificación en la devastación social y económica que la desindustrialización ha producido en regiones como Lorena, parte del Cinturón del Oxido francés y lejos de París y de otras ciudades donde la elite hiperconectada reside. Como Christophe Guilluy describe en su obra “La Francia de la periferia”, entre estos dos mundos existe una “total fractura cultural” similar a la existente entre las ciudades de las costas de EE.UU., y las comunidades del interior.

Una encuesta del 2014 realizada por Ipsos y citada por Guilluy encontró que el 74% de los trabajadores franceses sienten que no viven en su casa y el 74% ve la globalización como una amenaza mientras que el 68% de los administradores ven en ello una oportunidad. Este es el telón de fondo del abandono de los trabajadores por la izquierda y su paso al FN.

La emigración en Francia es un problema más explosivo que en los EE.UU. ya que está constituida, en una parte significativa, por una población de religión musulmana que insiste en cultivar sus creencias en la esfera pública dentro de un estado en extremo laico que designa la esfera privada como el lugar para tales prácticas.

A las tensiones que esto genera se debe agregar la frustración del emigrante al descubrir que no se le integra a la sociedad francesa. La prometida “integración mediante la educación” ha fracasado, en consecuencia, la movilidad económica del emigrante es en extremo limitada, lo cual ha sido un caldo de cultivo para la delincuencia y el terrorismo.

INEQUIDAD En Francia el 1% más rico se apropió del 21% del crecimiento total de la nación, dejando 20% para el 50% más pobre.

FRANCIA ENTRE LE PEN Y MACRON

La posibilidad de que Le Pen gane la presidencia aterroriza las elites europeas y a algunos sectores de clase media. Uno de los obstáculos mayores para Le Pen es su intención manifiesta de propiciar la salida de Francia de la UE y del euro. Ello genera mucha incertidumbre en gran parte de la población, en especial en aquellos que dependen de pensiones.

Otros factores de la coyuntura le favorecen.

Primero, la experiencia reciente indica que cuando la población: 1) ha perdido la confianza en las alternativas tradicionales del sistema; 2) el sentimiento de rechazo se ha extendido a toda la clase política y 3) una acentuada “fractura cultural” existe entre aquella y grandes porciones del electorado, la población tiene un altísimo grado de motivación para tomar un inusual nivel de riesgo al momento de votar.

Segundo, cuando una alternativa política ha sido detractada intensamente por la prensa tradicional, como es el caso de Le Pen, muchos de los que tienen el propósito de votar por ella no manifiestan dicha intención (la masa silente), lo que puede traducirse en una subestimación de su real apoyo por las encuestas. Por último, se espera un alto nivel de abstención (35% o más); los seguidores de Le Pen exhiben un enorme nivel de motivación, lo cual puede asegurar una elevada participación el día de las elecciones, y es alto el número de indecisos. Estos factores benefician al FN.

Macron se proyecta como el potencial ganador de la segunda vuelta, pero creemos que su victoria solo prologará el marasmo socioeconómico francés sin resolverlo. Por un lado, es casi seguro que la mayoría de los que votarán por él en la segunda vuelta lo harán para cerrarle el paso a Le Pen, no porque crean en sus propuestas, las cuales requieren un mandato fuerte para su implementación. Por otro lado, las propuestas de Macron regurgitan políticas neoliberales y globalizantes en el preciso momento en que el neoliberalismo y la globalización dan muestra de conducir a callejones sin salida.

El autor es economista y representó al país ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).

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