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HISTORIA DE VIDA

Una oportunidad les cambió la vida

Tres mujeres aprendieron oficios que les permitieron superarse. Narran sus historias de éxito y hoy están nominadas al Premio Nacional Mujer de Progreso, que busca incentivar a la mujer a superarse y emprender.

Dedicadas. Las emprendedoras relatan con orgullo cómo lograron superar el ciclo de pobreza y desempleo, además de ser ejemplos para futuras generaciones.

Dedicadas. Las emprendedoras relatan con orgullo cómo lograron superar el ciclo de pobreza y desempleo, además de ser ejemplos para futuras generaciones.

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Patria Reyes/Carolis MellaSanto Domingo

Muchas mujeres piensan que para ser emprendedoras es imprescindible tener dinero y desarrollo profesional, pero otras han demostrado lo contrario, al evidenciar que ni la edad ni el estatus social son obstáculos para desarrollarse y emprender un proyecto, muchas veces lo que hace falta es una oportunidad.

María García Garabillos, Oneyda Rojas Concepción y Felipa Pimentel Robles, hasta hace un tiempo pensaban que sus vidas no tenían otro escenario que las paredes de su hogar cargando las crisis que la pobreza les hacia vivir, sin embargo, encontraron una brecha que las ayudó a salir de esa realidad.

Sus vidas cambiaron cuando fueron motivadas a participar de las capacitaciones que ofrece el programa “Progresando con Solidaridad”, de aprendices han pasado a ser educadoras en diversas áreas del programa y hoy son candidatas al “Premio Nacional Mujer de Progreso” que auspicia la Vicepresidencia de la República.

Historias de vida María García, oriunda de Haina, municipio de San Cristobal, cuenta que en el 2005 pasaba por una fuerte crisis matrimonial. Separada de su esposo, sufrió precariedades y desempleo junto a sus tres hijos. Siempre tuvo interés por capacitarse, y un incesante deseo de superación, pero no había tenido una verdadera oportunidad.

Desde joven hacia colchas, cojines, cortinas, y otros atuendos para el hogar, pero fue en su participación en las Escuelas de Familias del Programa donde se convirtió en una destacada artesana especializada en reciclaje de fleje de papel.

En la actualidad se desempeña como facilitadora y comparte lo que aprendió con grupos de mujeres en Madre Vieja, Haina y San Cristóbal. Cuenta con un taller llamado Centro laboral y Mercería, con seis empleados que producen lámparas, canastas navideñas, decoraciones, carretas decorativas y otros artículos elaborados con cintas de papel reciclado. Produce más de treinta piezas artesanales diferentes. Su mayor sueño es expandir su negocio e importar sus artesanías.

Al igual que García se destacan María Oneyda Rojas Concepción y Felipa Pimentel Robles, dos mujeres que también cumplieron metas y dieron un giro notable en sus vidas y en sus comunidades.

Tras la muerte de su esposo en un accidente, Oneyda quedó con la difícil tarea de criar cuatro hijos. Cuando se vio sola, decidió buscar otro estilo de vida. Diecisiete años después de abandonar la escuela en el segundo grado del bachillerato, Oneyda Rojas ingresó al programa Progresando con Solidaridad (Prosoli).

Realizó cursos de relaciones humanas, farmacia, enfermería y elaboración de productos de limpieza que luego empezó a comercializar. A partir de ahí su situación cambió cuando una empresa la contrató como proveedora.

Rojas decidió modificar su vida y abrirse a nuevas oportunidades. En el programa recibió el impulso que le llevó a retomar sus estudios, graduarse en la universidad, mientras sus hijos seguían estudiando. Se convirtió en la admiración y el ejemplo a seguir de sus alumnos del Instituto Politécnico Eugenio de Jesús Marcano, del municipio de San Antonio de Guerra, donde es educadora técnico profesional en el área de enfermería.

A sus 55 años es toda una celebridad en su entorno. Su espíritu de superación impregna y motiva a todos sus allegados.

Hoy Oneyda se siente orgullosa de sus logros y exhorta a las mujeres a progresar sin importar la edad: “Deben avanzar, el tiempo no ha terminado, hay que prepararse para un mejor futuro”.

La historia de Felipa Pimentel Robles, de 42 años, no es tan distinta. Se casó muy joven y tuvo tres hijos. Su esposo enfermó de cáncer en el hígado y murió. Recuerda con nostalgia que le tocó trabajar como doméstica y otros oficios para mantener a su familia. Después, decidió empezar una nueva vida y se casó nueva vez, su esposo es albañil y gana lo suficiente para mantener la familia, por lo que ella decidió ayudar en la casa. Se capacitó en pintura y decoración con materiales de reciclaje, elaboración de ganchos, cintillos, decoraciones navideñas, pintura en tela, artesanía de fleje y pintura en cristal.

Con los conocimientos adquiridos, empezó a hacer manualidades que luego vendía a sus vecinas. Esto le permitió aportar dinero en el hogar, y luego decidió instalar una pequeña tienda.

Fue contratada por Prosoli como facilitadora y con los ingresos recibidos surtió y agrandó la tienda, lo que le permitió progresar aún más. Sin importar los comentarios de personas que les decían: “ya están viejas”, “No dan para eso” y otros tipos de argumentos, ellas siguieron adelante con el deseo de superación y de convertirse en mejores ciudadanas.

Nominadas. Por sus esfuerzos y dedicación, María, Oneyda y Felipa lograron convertirse en emprendedoras y cambiar significativamente sus vidas. Han sido nominadas al “Premio Nacional Mujer de Progreso”, un incentivo que busca reconocer el valor del esfuerzo, sacrificio y dedicación de las mujeres de escasos recursos para convertirse en emprendedoras.

El galardón persigue incentivar a las mujeres sumidas en el desempleo a alcanzar su propio desarrollo mediante iniciativas de capacitación, seguimiento y emprendimiento, además de un estímulo para superar las condiciones de extrema pobreza de las familias dominicanas, crear fuentes de empleo y bienestar personal y colectivo.

Manualidades. Felipa Pimentel motiva a otras mujeres a aprender de su oficio, porque sabe que es posible cambiar el futuro

Artesanía. María García es una de las artesanas más destacadas en flejes de papel. Su éxito la ayudó a crear su propio taller llamado Centro laboral y Mercería.

Educación. Oneyda Rojas Concepción impartiendo una clase de enfermería.

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