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ENFOQUE

Ponderaciones sobre el Tratado comercial con Estados Unidos

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Manuel AmézquitaSanto Domingo

Cuando se empezó a sazonar el acuerdo comercial DR-Cafta, quien se oponía a ello, era como caer en el campo de la ridiculez por ser la modernidad del momento, acuerdo éste estimulado y patrocinado por los EE.UU. por responder a los intereses de ese país.

Los funcionarios del gobierno de ese entonces y un grupo de técnicos calificados, designados para las negociaciones, hicieron lo que pudieron, quedaron atrapados por el gigante del norte. En verdad no sé si cumplieron el rol de mediadores o aceptaron lo que las circunstancias les impusieron.

Desde el principio, este instrumento de política comercial iba a poner a prueba nuestra capacidad competitiva, se habló mucho de la necesidad de adecuar nuestro aparato productivo, para poder asumir los nuevos retos y poder aprovechar las oportunidades que traía ese “moderno tratado comercial”. Finalmente, unos lo criticaron otros lo aplaudieron, pero terminado el santo entierro, todos se arrodillaron, y sumisamente, aceptaron como buenas y válidas las negociaciones llevadas a cabo.

Pasado algún tiempo, cuando el tema ya no era noticia, y ante el hecho consumado, como buenos dominicanos, todos se olvidaron, el sector público y el sector privado, de lo que nos iba a llegar, al cabo de los 15 y 20 años de vigencia de dicho acuerdo. Volviendo al momento de las negociaciones, no se peleó el punto básico de las asimetrías de las economías como hicieron los representantes de otros países, en negociaciones similares.

Se obvió que nuestras condiciones no eran igualitarias a los demás países firmantes. Y, esto fue un autoengaño, de lo que el país no estuvo al tanto. Me atrevo a afirmar, sin sacar el hecho de su contexto histórico, que en ese momento, nos hizo falta la estatura del Dr. Joaquín Balaguer. ¡Bueno!, los hechos se han encargado de confirmarlo, pues hemos arrastrado las desventajas desde el primer momento. Además, ha sido una ingenuidad, de parte de quienes han administrado el acuerdo, el hecho de no estar preparados, frente a un socio mayoritario y más fuerte, el cual siempre enarbolará las artimañas necesarias para tener la razón en cualquier problema a presentarse.

En aquel momento, el de la firma, los productores asumieron una actitud pasiva. Estando los productores agropecuarios al frente de una empresa o actividad, que es permanente, y de la cual dependen ellos, sus familias y también el país (no como los gobiernos que son transitorios) los productores, repito, debieron forzar una comisión público-privada permanente de seguimiento para verdaderamente garantizar la adecuación del aparato productivo y ponerlo en condiciones de poder competir de acuerdo a lo que nos venía encima.

Esto no sucedió, la JAD tomó algunas iniciativas, sin resultados apreciables. Así hemos llegado a un momento muy convulso. Estamos con el agua al cuello. Ya empiezan los lamentos. Nos paseamos por los estamentos políticos buscando apoyo para su revisión. Sugiero que el lobby principal debe ser con el gobierno de los Estados Unidos.

Hay que atreverse a abordar al presidente Donald Trump. Somos un país pequeño, pero de espartanos. Y, como tal, también tenemos derecho a salvaguardar nuestros intereses vitales. La vía no es ir al palacio y sentarse en una mesa de centenaria caoba, lo cual, no deja más resultados que una elegante fotografía. La unidad es clave para encaminar el esfuerzo en una sola dirección. Y, es el gobierno que debe ponerse al frente de una comisión con participación de los productores nacionales a la altura requerida. Todavía hay tiempo.

Como dice Frank Tejada, nuestra capacidad es limitada por diversos factores, pero debemos hacer el esfuerzo en los puntos prioritarios: financiamiento, energía cara, tecnología escasa o limitada, trabas sanitarias, combustibles costosos, trabas en las exportaciones y falta de conocimiento y capacidad de penetración de los mercados internacionales. De lo contrario, en los próximos 15 a 20 años, estaremos llorando por los mismos problemas, con la diferencia de que tal vez sea demasiado tarde.

Compromiso. La unidad es clave para encaminar el esfuerzo en una sola dirección. Y es el Gobierno que debe ponerse al frente de una comisión con participación de los productores nacionales a la altura requerida.

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