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CON EL SUDOR DE SU FRENTE

Franklin Castillo, un 'buscavida' en Nueva York

El primo de Tenares’ lleva 12 años en la Gran Manzana, en diversos oficios, tratando de asegurar su futuro y regresar a su país con ciertos ahorros que le permitan vivir con dignidad.

Franklin Castillo es un consagrado "utility" dominicano, cuya actividad principal la realiza en la avenida Saint Nicholas de Nueva York.

Franklin Castillo es un consagrado "utility" dominicano, cuya actividad principal la realiza en la avenida Saint Nicholas de Nueva York.

En común con muchos dominicanos que residen en Estados Unidos, Franklin Castillo busca el anhelado ‘sueño americano’, para lo que no escatima esfuerzos, trabajos y oportunidades en medio de mucho sudor.

Su jornada, parece interminable, aún así se muestra decidido a lograr sus metas. Reconoce que le cuesta trabajo y mucha ‘calle’ alcanzar lo anhelado y abrirle las puertas a su familia (sus hijos), que es en quienes piensa enlos momentos en que se siente flaquear.

Nueva York, la capital del mundo, con sus sabores y sinsabores tiene colores variopintos, como riesgos y oportunidades se pueden presentar, por lo que es necesario ser creativo. Es lo que ha intentado hacer este dominicano, oriundo de Tenares, en la región del Cibao.

Por eso, se gana la vida como vendedor de radio en las calles del Alto Manhattan a un precio que oscila los US$100; también labora como empleado en un restaurante y hace tiempo trabaja en una bodega como “delivery”, para reunir los ‘chelitos’ que les permitan ahorrar.

Castillo cuenta que para tener clientela y éxito en las ventas, tiene que ocuparse y “crear” un estilo, que es lo mismo que referirse en el “argot del marketing moderno” a “una marca”, distintivo por el que sus clientes lo prefieren e identifican. Refiere que se ha dado a conocer como ‘El Primo de Tenares’.

El afán de su día a día es lograr que le compren, de los radios que vende la mayoría tienen formato digital, a los que agrega “karaoke y USB” con música ya grabada, para hacerlo más atractivo.

“Salgo a la calle a laborar, a convencer la gente de que me compren. Le hago un chiste con agrado, para caerle simpático, porque aquí, no es como mucha gente cree, que uno se encuentra los dólares en la calle, hay que fajarse y batallar”, sostiene Franklin.

Uno de sus atractivos al hacerle la oferta al cliente es un pequeño dispositivo de menos de una pulgada, que contiene 5,800 canciones variadas. Los radios tienen bluetooth y frecuencia modulada, por lo que la propuesta para sus clientes gira en torno a sus precios módicos.

Como empleado La labor de Franklin no termina con la venta de radios, cables, discos compactos y accesorios, sino que las 24 horas del día también las distribuye entre ser empleado del restaurante “Strip House”, donde hace de cocinero.

En este lugar ubicado por la 84 street, continúa su jornada, en medio del vaivén y dureza de esta ciudad, donde los alquileres se tragan los ingresos de cualquier jornada de trabajo.

Pero Francisco, se mantiene firme. Es un ejemplo del dominicano que sigue ‘echando el pleito’ en tierras extranjeras y que piensa retirarse a su país, luego de acumular algo para la vejez. Al respecto manifiesta que “al venir aquí, uno se sacrifica, pasa muchísimo trabajo pero piensa en el futuro. Uno siempre piensa en irse, en regresar a su país para acomodarse y llevar un ahorro, consciente de que uno se va poniendo viejo”.

La multiplicidad de oficios y labores que existen en los Estados Unidos, a pesar de la barrera del idioma, ponen en juego la habilidad de los dominicanos, quienes rápidamente se insertan en la ciudad, se manejan y sostienen como los de mayor “abolengo” o estatus.

En el caso de este criollo, la avenida Saint Nicholas es su lugar por excelencia. Labora desde las 7:00 hasta las 11:00 de la mañana, en la venta de los radios en la calle, siete días a la semana, luego pasa de 4:00 a 11:00 de la noche, durante cinco días como cocinero y alterna como delivery en la bodega, lunes y martes entre otras ‘cositas que aparezcan’, según dice.

Expectativas con Trump A sus 52 años, este dominicano se abre paso en medio del difícil trajín de la ciudad. Una semana después de la asunción al poder de Donald Trump, él piensa que las cosas podrían ponerse más difícil para los criollos, a juzgar por los anuncios que hizo en campaña el recién posesionado presidente de los Estados Unidos.

Sin embargo, tiene la esperanza de que quienes tengan sus papeles al día, no tendrán mayores problemas y en su caso, su estadía en los Estados Unidos será de tránsito, hasta lograr acumular algunos ‘chelitos’ que le permitan una mejor vida a su familia y garantizar el futuro para su vejez.

Los permisos De los miles de vendedores que invaden a diario las calles de Nueva York, incluidos cientos de dominicanos, muchos están inscritos en el Departamento de Asuntos de Consumidores (DCA en inglés), entidad que a final del 2016 anunció la rifa de 853 permisos a otorgarse en los próximos días.

Esa lista se abrió hasta el pasado 15 de noviembre para quienes sustentan la economía informal (chiriperos) y es gratuita.

Según datos recolectados, para estos permisos no hay límites, solo se acepta uno por persona, se van concediendo a medida que se las devuelven, por dejar el negocio o por fallecimiento, aunque hay casos en los que se puede transferir como herencia, de forma temporal, a los hijos o la viuda(o) hasta que éste vuelva a casarse, si se da el caso.

El Departamento de Salud anunció que ampliará las licencias para los vendedores de comida, pero quienes tengan el negocio de vender artículos generales (bufandas, bolsos, gorros, joyas, cerámica), no entran en la tómbola.

Su anhelo Su verdadera motivación está en su familia, cada labor que realiza la hace pensando en poder darle un futuro mejor que el suyo. Su esposa Ercilia Guzmán es oriunda de Salcedo y tiene dos hijas, Jenelin y Julissa, quienes son “la luz de sus ojos”. Espera con el tiempo lograr su pensión, equivalentes a unos RD$18,000 al año, cuando cese en sus labores como empleado, para lo que califica en la Union, entidad que reúne los empleados de aquí.

Franklin como muchos otros, es amigo de ‘Nena Habichuela’, la dominicana que se ha hecho famosa con la venta de habichuelas con dulces y majaretes, en la calle bautizada como Juan Pablo Duarte y que simula como una avenida del mismo nombre en Santo Domingo, por la multiplicidad de oficios y ofertas que allí coinciden. “El Primo de Tenares”, ha cultivado buenas relaciones. De hecho fue él quien recomendó el restaurant El Mofongo al equipo de LISTÍN DIARIO, a quienes adelantó que tendrían buen trato, si les recordaban a los empleados que le conocían

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