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Oficio de sastre apoya al sustento

A pesar de que en la actualidad la ropa se compra en tiendas confeccionadas, hay personas que tienden a adquirirlas de una talla y llevarla a un sastre para ajustarla mejor al cuerpo.

Labor. Manuel Paulino (Don Miguel) trabaja en su oficio.

Labor. Manuel Paulino (Don Miguel) trabaja en su oficio.

Manuel Paulino, conocido en su entorno como don Miguel, ha pasado gran parte de su vida dedicado al arte de crear y arreglar prendas de vestir: el hilo y la aguja siempre han sido su pasión, y desde muy joven mostró interés por la máquina de coser.

Paulino dice que a pesar de lo difícil de la situación, él y su esposa han sabido salir adelante y dar una mejor calidad de vida a su familia.

Como método para asegurar un mayor ingreso, don Miguel y su esposa, Neida Eulises, han llevado diferentes productos a la sastrería; ropas, accesorios, zapatos... “Tenemos que aprovechar el espacio, que es bastante grande, para hacer otros negocios, hay que buscar estrategias, no nos podemos dormir”, afirma la señora.

Para ellos trabajar en un barrio a veces puede ser un poco difícil porque a las personas les gusta el trabajo a muy bajo precio, pero argumentan que si se asegura una buena calidad en la labor realizada las cosas fluyen.

Don Miguel explica que años atrás éste era un oficio muy rentable, pues en cada ocasión especial las personas mandaban a hacer sus ropas con anticipación, y eso no ocurre en la actualidad, debido a la evolución de los tiempos, ya que estas se compran confeccionadas.

Otro ejemplo del oficio Los hermanos Bourdierd son otro ejemplo de este oficio. A la edad de 12 años, José Miguel Bourdierd limpiaba zapatos, y es en ese oficio cuando alguien le ofreció entrar al de la sastrería. No lo pensó dos veces antes para incursionar en lo que hoy es su sustento.

Bourdierd, con su hermano Rigoberto, ha trabajado arduamente para llevar un trabajo de calidad a todos sus clientes. Tienen 17 años trabajando con su propio negocio y especializados en confeccionar chabacanas.

Para los hermanos Borduierd las cosas son diferentes, pues dicen que la sastrería no ha perdido su encanto.

“Hay quienes por ser una talla más pequeña en la parte del cuello compran las ropas y la traen para que se la ajustemos”, agregó José Miguel al describir la importancia de su labor.

En República Dominicana la labor de sastre se desarrolla de manera informal, como negocio, generalmente familiar.

PERSISTENCIA Un nuevo comienzo para José Miguel y Rigoberto: José Miguel Borduierd recuerda que una noche al llegar a casa recibió la llamada que pensó que cambiaria el rumbo de su negocio, pues le contactaron para comunicarle que la pequeña empresa había cogido fuego. En ese momento salió al lugar, cuenta que al llegar allá encontró todo vuelto ceniza, “luego de tanto esfuerzo y organización que teníamos en el local lo perdimos todo, gracias a Dios no me desesperé y poco a poco hemos ido estabilizándonos”, explica Borduierd. Hoy, casi cinco años después, el negocio cuenta con alrededor de cuatros maquinas de cocer, abanicos, planchas, entre otros utensilios de primera necesidad para el buen funcionamiento del negocio.

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