“Grata experiencia forestal”

Siempre hemos creído que la foresta es uno de las grandes fuentes de oro verde de nuestra economía y algo más, parte de la vida misma, pues además de ser un pulmón, protector del suelo, preservador de las aguas, generador de empleos y riquezas, nos da un placer visual maravilloso, inigualable.

Aunque tenemos experiencias forestales institucionales y personales muy buenas, pues los resultados sembrando bambú, neem, eucalipto, cedro y otras especies ha sido muy bueno, recientemente en mis últimos doce años sembrando caobas hondureña, africana, teca, caoba criolla, entre otras, pero me ha sido más grata aún, ésta última experiencia.

Lo que tengo actualmente es una siembra pequeña casi experimental de resultados que como agrónomo y productor forestal me han sorprendido las caobas hondureñas y africanas en sus resultados en terrenos excañeros y de baja fertilidad en la comunidad de El Talao, Provincia de Monte Plata, donde en unos 12 años de siembra y cultivo marginal, (pues se le gasta muy poco), nos encontramos que de unas cien plantas o algo menos, una tercera parte tienen grosor de sus troncos de 8 a 14 pulgadas, lo que las hace listas para ser aprovechadas parcialmente.

Mi grata experiencia no es solo por mis expectativas de que ya puedo cosechar, deseo de todo aquel que siembra. Mejor aún el hecho de que en el Ministerio del Ambiente al ser estos árboles plantados y no endémicos o nativos, me darán cumpliendo con un mínimo de requisitos o permiso, para su cosecha y aún más, me ayudarán a sembrar nueva vez, pero ahora quiero plantar de 2,000 a 3,000 plantas en un predio pequeño.

Mi experiencia es grata, como dije antes, pero apreciado lector, amigos, agroproductores, productores agroforestales y hacedores de políticas públicas, sucede que hemos dejado de sembrar cientos de miles de tareas con maderables para sustituir más de US$300 millones que importamos e incluso que podríamos exportar.

En uno de mis libros, “Historia de la producción agropecuaria y forestal en la República Dominicana” destaco nuestra realidad histórica de que nuestro primer bien de exportación lo fue la madera virgen que encontró el invasor, pero mañana, de ponernos los objetivos deseados de volver a exportar millones y millones de pies cúbicos o tabla de madera, otro sería el ambiente ecológico y ambiental y la economía de muchas zonas o regiones, pues somos un territorio de gran vocación agroforestal (frutícola y forestal).

Pensemos si nuestras miles de tareas sembradas de cacao se les plantan diez caobas hondureñas, cual serían los resultados previsibles si vemos que son tierras muy buenas, no como los terrenos de la sabana de Guabatico. No otro gallo cantaría, sería toda una traba cantando. Además, no hemos hablado de la gramínea gigante, el bambú.

Otro aspecto que debemos seriamente pensar es que en nuestras propiedades rurales, agrícolas y ganaderas, las periferias de las propiedades o palizadas sembramos estas u otras plantas maderables. ¿Qué pasaría si sembramos en las aguadas como se ha planteado siempre para su protección, como postula hoy el Patronato Nacional de Ganaderos? o cuando le damos algo a un productor como nos tocó hacer y me excusan, mencionarme o haber propiciado “El Cerdo Reforestando” o la “Vivienda por Foresta”, “La Leche que Reforesta”, con muy buenos resultados. Recordamos en ambos proyectos a auspiciadores y colaboradores como Francisco Gómez Estrella, Camilo Lluberes, Pedro Juan Jiménez, Rafael Marte y Martín Estrella, entre otros.

Nos hemos preguntamos siempre cuando nos llegará alguien que le dirá a los posibles forestadores, como Jesús le dijo a Lázaro, pero ahora sería: “levántate y planta mucho”.

La realidad del cambio climático nos obliga a pensar que algo debemos hacer para fomentar la forestación y activar la reforestación. Si es cierto, mi experiencia es muy grata.

El autor es experto agrícola

correo: emiliolivo@yahoo.com